“Peregrinamos todos los años, porque somos muy devotas del Santo Cristo de Esquipulas. Este año caminamos pidiendo así: ‘¡Por favor, Negrito, ya no queremos más homicidios en el país!’. Necesitamos que vuelva la paz”.
En media peregrinación entre la Catedral Metropolitana en el centro de San José y el Santuario Nacional Santo Cristo de Esquipulas, en Alajuelita, justo en Hatillo centro, fue que nos encontramos a Patricia Robles Pereira, quien cargada de fe y devoción iba haciendo la ya muy tradicional romería de casi 5 kilómetros, que este año reunió a más de 300 personas.
“Le estamos pidiendo que desaparezca la violencia en nuestras calles, porque le tenemos mucha fe al Negrito. Ya queremos una mayor tranquilidad”, agregó la peregrina, quien iba acompañada por su mamá, doña Rosa Pereira y Anthony Zárate Castellanos, de 13 años. Todos vecinos de Guachipelín de Escazú.
Una petición igual hizo Carmen Romero, quien todos los años que la peregrinación pasa por su casa, en Hatillo, ella pone un altarcito y con su familia salen a saludar a los romeros y al Negrito. Este año al pasar el Santo Cristo de Esquipulas al puro frente, ella se hincó.
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“Le pido muchísimo por la paz de nuestro país, porque hay demasiada muerte. Todos los días las noticias hablan de homicidios y eso ya debe parar. Hay que pedirle mucho a Dios. Tenemos fe en la familia que el Negrito nos ayudará devolviéndole la paz al país, la necesitamos”, comentó doña Carmen en nombre de las familias Romero-Abarca y Romero-Torres.
Doña Rocío Salas, vecina de Tejarcillos de Alajuelita, también peregrinó por un alto en los homicidios y también porque “en Nicaragua respeten a la iglesia Católica y dejen de perseguirla. Esto que estamos haciendo con tanta alegría, una manifestación católica en las calles, es prohibido en Nicaragua, eso tiene que acabar”.
A doña Olga Mena, de Cartago, le encanta la romería del Negrito y por eso ya tiene más de cinco años de hacerla.
“Nosotros en Costa Rica debemos pedir mucho por todos los hermanos católicos de Nicaragua, ya es hora de que puedan vivir tranquilos, celebrando su fe sin ser perseguidos. Camino por la salud de mi familia, la paz del país y el respeto a los católicos del pueblo nicaragüense”, manifestó.
Con tremenda alegría y mucha devoción por un Negrito que conoce perfectamente desde su natal Nicaragua, nos encontramos a don Omar Díaz Bustamante, nicaragüense nacido en el departamento de Jinotega, el cual está al norte del país y pega fronterizamente con Honduras.
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Justo en Jinotega, en 1985, se construyó el Santuario Nuestro Señor de Esquipulas. De la misma forma que en Alajuelita, están por estos días celebrando a su santo patrono, de hecho, el rector nicaragüense de ese santuario, el padre Asdrúbal Zeledón, explica que el lema para este año de las celebraciones es: “Señor de Esquipulas, desde la cruz nos muestras tu amor”.
“Es el segundo año que vengo a la peregrinación, me encanta compartir con los ticos la misma devoción al Negrito. Le vine a pedir por mi país, para que Nicaragua vuelva a ser un país de paz y porque se respete a la iglesia Católica”, nos comentó don Omar, quien lucía orgulloso una camiseta con los colores azul y blanco de la bandera nicaragüense y en la espalda se podía leer: “Nicaragua”.
El rector del Santuario alajueliteño, el padre Enrique Rivero Hidalgo, estaba demasiado alegre porque había muchísima gente peregrinando, más del triple que el año pasado y porque todos caminaron llenos de fe.
“El fervor por Santo Cristo no es solo alajueliteño, viene mucha gente de distintos lugares y eso nos alegra demasiado. La caminata es una forma de vivir ese gozo, esa alegría de vivir siempre en la compañía de nuestro Señor.
“Es importante ver tanta gente llena de fe, totalmente convencidos de la bendición que pueden recibir. Por eso peregrinamos para recordar esa unión que tenemos con Cristo. Es una peregrinación que cumple 10 años”, explicó el padre Rivero.
Desde 1818
De acuerdo a la explicación que se tiene del padre Enrique Kern, el origen de la devoción al Santo Cristo de Esquipulas en Alajuelita, gracias a lo que recordaron los adultos mayores de la zona, data por allá de 1815 cuando una pequeña y muy fina imagen del Negrito, traída de Guatemala, se pasó por las casas del vecindario y eso motivó, en 1818, a cuatro vecinos: Ascensión Mora, Joaquín Mora, Cruz Echeverría y Ascensión Ávila, a pedirle a un escultor de Cartago que les hiciera una imagen del Negrito.
Muy rápido los alajueliteños construyeron una pequeña ermita a la cual iban a rezar los de Alajuelita y los de Aserrí. En 1884 la primera imagen fue cambiada por una hermosa escultura guatemalteca que hasta hoy día se venera en el altar mayor.
Alajuelita vive por estos días sus fiestas patronales, las cuales estarán hasta fin de mes.
Todo el dinero que recoja la iglesia es para terminar de cambiar el cielo raso, el cual tiene un 70% de avance, pero el 30% que falta significan unos 60 millones de colones que todavía no se tienen. Visite las fiestas patronales de Alajuelita, coma rico, tome Chinchiví y colabore con la iglesia.