Después de 51 años de cortar el pelo de los más pequeñitos de los hogares costarricenses, la famosa peluquería Cri-Cri, ubicada en lo que hoy se conoce como barrio Chino, cerró sus puertas el pasado sábado 19 de agosto por una ausencia casi total de clientes.
El negocito que con tanto amor fundó doña Vilma Llosent hace cinco décadas, que hizo crecer todavía más su hija, doña Olga Marín y que desde hace 12 años está en manos de la nieta, Yelsi Poltronieri, está casi quebrado porque desde que se inauguró el barrio, el 5 de diciembre del 2012, parece que le echaron agua hirviendo a la clientela.
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Antes de esa fecha, a Cri-Cri llegaban unos 20 o 30 niños por día y salían bien peladitos y alegres porque al ser un lugar especializado para los pequeños tenían juguetes, libros de cuentos, dibujos en las paredes, crayolas y hasta legos. Los sábados, era tiro y pago, se hacían unos 80 cortes pero ya todo eso se acabó.
“Es insostenible seguir en el barrio Chino, la gente se alejó por completo. Recuerdo muy bien que la municipalidad nos prometió que el lugar sería la otra Avenida Segunda de San José, que los clientes nos llegarían por montones. Claro, nos pusimos todos felices, pero qué va, eso jamás sucedió”, nos comentó con mucho dolor doña Yelsi.
Dos días antes del cierre visitamos la peluquería y pudimos comprobar que los clientes brillaban por su ausencia. En casi una hora que estuvimos, eso parecía un desierto, por eso Sandra Martínez, estilista de Cri-Cri, no tenía más que hacer que sostenerse las quijadas.
Ahora es zona de paso
“El barrio Chino dejó de ser un lugar donde la gente llegaba a realizar compras, a caminar y disfrutar de los locales, como lo era cuando estaba el Paseo de los Estudiantes. Ahora es una zona de paso y la gente pasa en carrera porque los deja el bus. Hay días de la semana que no nos llega ni un solo cliente, abrimos solo para que entre el viento. Los sábados, a lo mucho hacemos 20 cortes, así no hay negocio que se sostenga”, agregó doña Yelsi.
La señora tiene sentimientos muy encontrados porque le duele profundamente tener que dejar de alquilar el localito que por tantísimos años fue su hogar, el de su mamá y el de su abuelita, pero al mismo tiempo está muy pero muy ilusionada porque Cri-Cri luchará por revivir los años dorados, cuando atendían 300 niños un solo sábado, en un nuevo local sobre Avenida Segunda.
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“Con el corazón hecho un puño cerramos y al mismo tiempo le pedimos a Dios que nos ayude en el nuevo Cri-Cri que abriremos en el tercer piso de edificio Toys en Avenida Segunda, calle 4, con un horario de 10 de la mañana a 6 de la tarde de lunes a sábado y los domingos de 10 de la mañana a 5 de la tarde.
Nunca abrimos un domingo pero diay, hay que salir de la crisis del último año que no dejó ni para pagar el alquiler del local y no quisimos cerrar para no dejar a los empleados sin trabajito”, confirmó la empresaria familiar.