Un centenario pasito de madera es el chineado de doña Marta Cabezas, vecina de Villa Hermosa de Alajuela.
Este es el más antiguo de la colección de 170 pasitos que posee esta manuda que según nos contó lo consiguió hace unos tres años cuando una vecina se lo regaló.
"Ella llegó y me dijo que lo había heredado de una tía suya a la que se lo habían regalado los jefes, pero como ella no acostumbraba poner el portal me lo regaló para que lo aprovechara dado que a mí sí me gustan", contó Cabezas.
Eso sí, por los años está un poco maltratado, por lo que preguntó a un restaurador si podía dejárselo como nuevo, pero el experto le dijo que eso podía echarlo a perder. Lo que sí podía restaurarle eran las partes quebradas como la oreja del burro.
Además de la antigüedad, hay que destacar que en 1917, cuando se creó este pasito, la influencia religiosa de la época en nuestro país era muy fuerte. Al menos un 95% de la población era católica y el 5% protestante era visto con malos ojos y hasta era común ver en las casas rótulos indicando que eran católicos y que no los molestaran, explicó el historiador Vladimir de la Cruz.
"Alajuela era una ciudad un poco más atrasada que San José, donde prevalecían las cosechas de café hacia el oeste de la provincia y cañaverales al norte. Pero había varios maestros y una actividad de espectáculos culturales en crecimiento. Tampoco había carros, con costos empezaban a llegar los primeros. La gente se movilizaba a pie, en carretas o a caballo", agregó el historiador.
Y la casa donde se colocó por primera vez dicho pasito probablemente era hecha de adobe o bahareque, que eran los materiales predominantes de la construcción de la época, aunque después del terremoto de 1910 en Cartago, Braulio Carrillo ordenó que se incorporaran columnas y vigas en las edificaciones.
Además, Dios guarde usted no estuviera en familia para esas fechas navideñas, era impensable considerar irse de fiesta con los compas luego de la cena. Todo era muy hogareño en ese entonces.
"La gente se distinguía hace 100 años por el tamaño de sus portales, entre más grandes más importantes eran, pero se guardaba mucha devoción por esta tradición católica donde el niño no se ponía hasta el 24 y se quitaba después del día de los Reyes Magos con el rezo del niño.
"Muchos portales se adornaban con candelas, pues no existían las luces, era un riesgo, pero se manejaba bien. Usaban unas cartulinas negras que parecieran escenarios en la parte de atrás y se les ponía escarcha y aserrín que se pintaba de colores rojo y verde para asemejar las montañas, además de puntitos blancos para simular las estrellas", agregó De la Cruz.
Fácil para regalar
Para los amigos y familiares quedarle bien a doña Marta a la hora de regalarle algo es facilísimo, solo tienen que comprarle un pasito y listo, ella estará feliz y ellos también porque no tuvieron que quebrarse la jupa pensando en el regalo ideal.
Sus hermanos Luis y Gilda lo saben y viven ayudando a aumentar la colección.
De hecho, los más curiosos se los ha regalado Luis, entre ellos uno montado en una concha de mar, otro puesto sobre la panza de un cangrejo y los de huevo de codorniz y gallina. Todos se los compró don Luis en Sarchí desde hace como 15 años.
Su hermana es más paseadora y le ha traído algunos de Italia, México y Guatemala.
El que le trajo de Eurupa es hecho como en latón plateado, mientras que el azteca se lo acaba de regalar hace poco y está como loca, ese es de madera, mientras que el chapín es de barro.
También le han regalado de Israel, Perú, Panamá, Colombia y los que compra ella, que al trabajar en turismo anda por las tiendas de souvenirs buscando y cuando encuentra se los quiere llevar todos, pero tiene que frenarse.
Especial homenaje
Otro que guarda con mucho cariño es el que dieron de recuerdo su hijo Federico Figueroa y su nuera Catalina el día de su boda en el 2001.
"Que escogieran un pasito fue muy significativo para mí, atrás todavía tiene pegado el papelito donde dice los nombres de ambos", contó doña Marta.
Con uno beige que aún conserva en perfecto estado comenzó esta aventura hace 20 años, luego se le sumó uno plástico y desde entonces, la colección ha ido creciendo, para que le haga números, solo este año agregó 15 nuevos.
Cuando empezó con esta afición su hijos ya estaban grandes por lo que no tuvo problemas con ellos, la torta fue con su nieta Isabel que ahora tiene 10 años, y más de una vez le quebró algún rey mago, pero ella los remienda y van de nuevo al portalote.
Para acomodar tantos pasitos ocupa como un metro de alto por dos de ancho, pero asegura que el otro año lo hará más ancho, pues ahorita no alcanza los que están más arriba. Aunque lo acomoda a poquitos, calcula que entre ratito y ratito le toma un día entero acomodar cada una de las figuras.
La ventaja es que como todos son miniatura y alguno que otro mediano, no ocupa muchísimo espacio.