La iglesia de barrio Cuba, en San José, cubrió el altar con la bandera de Ucrania para que en la hora santa de este jueves se rezara por la paz mundial.
Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, como se llama el templo, está a cargo de sacerdotes misioneros combonianos, quienes tienen como misión principal ir por el mundo predicando el amor de Dios y el respeto a la vida, especialmente en África, donde el fundador de la congregación, Daniel Comboni (1831-1881), hizo la mayor parte de su ministerio.
La Teja visitó este jueves al padre Ignacio Enrique Marín Artavia, párroco de la Medalla Milagrosa, para que nos contara el origen de la iniciativa y de veras que nos sorprendió.
Nos dijo que, por la mañana, mientras alistaba todo para la hora santa, le llegó la idea de colocar la bandera en el altar, ponerle rojo (que junto con el morado es uno de los colores que simbolizan la Cuaresma) y una candela que representa al Viejo Continente (tienen de los cinco).
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El padre tiene otra razón que lo mueve a orar por la paz. A él nadie debe contarle cómo es una guerra, las conoce muy bien.
Sabe la destrucción, el dolor físico y mental que ocasionan ya que sirvió durante 10 años en Uganda, país africano que hasta el día de hoy sufre por los constantes conflictos de poder entre tribus.
“Lo viví en carne propia. Tener que salir corriendo ante el peligro de la muerte por los disparos de un arma AK-47. Pasar una o varias noches en medio de balaceras y no saber realmente si se va a llegar vivo a la mañana siguiente.
“Una de las peores cosas de la humanidad es la guerra. No se puede decir que quienes más sufren son los adultos mayores o los niños, en una guerra sufren todos por igual. Es por eso que tenemos que unirnos en oración”, enfatizó.
Silenciar las armas
El religioso nos recuerda que la Iglesia católica está en un tiempo especial “para que todos nos unamos a pedir por la paz del planeta.
“El dolor de una guerra es uno de los más profundos, por eso se necesitan todos los esfuerzos posibles de oración para que en Europa se silencien las armas”, reflexionó.
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Marín recordó unas palabras del papa Francisco: “En estos días nos hemos conmocionado por algo trágico: la guerra. Una y otra vez hemos rezado para que no se tome este camino. Y no dejamos de hablar; al contrario, rogamos a Dios con más intensidad”.
Si bien el papa pidió que fuese el 3 de marzo, Miércoles de Ceniza, cuando se profundizara en la oración por la paz, el padre Marín quiso darles un día más a los ruegos.
“Un día más para estar cerca del sufrimiento del pueblo ucraniano, para sentir que todos somos hermanos y para implorar a Dios el fin de la guerra”.
El padre es de San Rafael de Oreamuno de Cartago, tiene 55 años y 30 años de ser sacerdote. Fue ordenado por monseñor Román Arrieta Villalobos (ya fallecido).
En el altar que alistó puso encima la candela que representa a Europa y abajo las de los otros continentes porque no se le sale de la mente un refrán africano que dice: “cuando dos elefantes están peleando, el zacate es el que sufre”.
Siendo el zacate, en este caso, el pueblo.
El papa Francisco ha sido claro en sus mensajes contra los enfrentamientos armados: “(La guerra) No parte del pueblo, no mira la vida concreta de las personas, sino que antepone a todo, los intereses partidistas y el poder.
“Se confía a la lógica diabólica y perversa de las armas, que es la más alejada de la voluntad de Dios. Y se aleja de la gente común, que quiere la paz; y que en todos los conflictos la gente común es la verdadera víctima, la que paga en su propia piel las locuras de la guerra”, dijo el papa Francisco.
Podría quedarse más
“Queridos hermanos de nuestra comunidad, para la hora santa del día de hoy (ayer) hemos puesto un signo sobre el altar que nos recuerda la guerra que en este momento se vive entre Rusia y Ucrania”, escribieron los sacerdotes de barrio Cuba en el Facebook de la parroquia.
“Te invitamos a que en este inicio de Cuaresma nos unamos en oración por la paz del mundo, especialmente por este conflicto que ya ha traído muertes en ambos bandos y cuya escalada puede llevarnos a una peor situación”, añadieron.
La hora santa en la iglesia de barrio Cuba fue de 4:45 a 6 de la tarde. La bandera ucraniana solo adornó el altar para ese tiempo, durante las próximas actividades y misas no se usaría… aunque el padre Marín no lo descarta.