La pareja que se casó sin conocerse en persona, formalizó su unión por la iglesia el pasado fin de semana.
El brumoso Eliércer Álvarez y la dominicana Eugenia Miguelina Malave tienen una historia muy poco común. Se conocieron por Facebook cuando ella le mandó un mensaje diciéndole que estaba muy guapo y más tarde se comenzaron a hablar por WhatsApp.
Luego de muchos mensajes y audios se enamoraron por esta red social y se casaron estando a 1.700 kilómetros de distancia, sin haberse visto en persona y por la vía civil, mediante un representante de la señora aquí en Costa Rica.
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La primera vez que estuvieron frente a frente fue hace seis meses, en el aeropuerto Juan Santamaría, cuando Eugenia bajó del avión para conocer a su marido y vivir con él.
Pero ahora sellaron ese amor con la bendición de Dios, pues aseguran que después de vivir juntos se aman más que nunca y que harán todo lo posible por seguir unidos.
Ambos de blanco
La boda se realizó en la iglesia Oasis de Amor, en San Blas de Cartago. Tal y como lo acordaron desde un inicio, ambos fueron vestidos de blanco y luego tuvieron un almuerzo con unos amigos coreanos en el restaurante 1910, en la carretera que va al volcán Irazú.
Don Eliércer fue quien eligió y confeccionó los trajes y hasta le ayudó a peinar y maquillar a su amada.
“Como pareja fue algo soñado y desde el punto de vista espiritual fue cumplir la promesa que habíamos hecho, algo que muchas parejas no hacen, cumplir lo que se prometen”, aseguró Álvarez.
“Fue emocionante, estoy supercontenta, superemocionada, a mi edad nunca esperé vivir algo así”, comentó Malave, quien a sus 54 años vive con su esposo de 60, un verdadero cuento de hadas.
Para ambos, el aspecto físico nunca fue lo importante.
“Yo creo en mi esposa y ella cree en mí, lo que importa es el sentimiento, el amor. Pero estamos claros, ningún matrimonio funciona por sí mismo, hay que hacerlo funcionar y hacer correcciones y ajustes”, comentó Álvarez, quien indicó que todas las parejas viven altos y bajos y que las tradiciones y las culturas son distintas, pero con una buena comunicación logran llevarse bien el 97% de las veces.
La esposa, por el momento, está tramitando su cédula de residencia y se prepara para cantar en el coro de la iglesia. Don Eliécer, por su parte, planea comprarse un carrito para ponerse un servicio de perifoneo.