El reconocido periodista deportivo Gaetano Pandolfo le entró con los tacos de frente y a los tobillo a la idea de que se celebre un día en honor al borracho.
Pandolfo sufrió en carne propia los estragos del alcoholismo, enfermedad que lo llevó a dormir en la calle, perder el trabajo, el matrimonio y estar a punto de morir.
“Es una charlatanería porque se les falta el respeto a millones de personas que sufren de la enfermedad del alcoholismo. Demuestra una total ignorancia de quienes promueven esa clase de estupidez”, dijo Pandolfo indignado.
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El periodista estuvo sumergido en el alcoholismo durante 29 años, ya que empezó a tomar desde que tenía 13 años, pero no ingiere ni una gota desde 1985, cuando tenía 42 años.
“El mundo separa el licor de otras drogas y eso obedece a falta de conocimiento y a intereses económicos. La gente debe entender que es una droga y por eso debe ir en el mismo paquete. A eso se le suma la otra estupidez de separar las drogas legales e ilegales, lo cual no es así, ya que todas producen adicción”, dijo Pandolfo.
El comunicador indicó que la gente debe entender que el borracho es un enfermo y no cae en ese estado por sinvergüenza o por care’barro.
Dijo que los padres de familia deben poner mucha atención a las actividades de sus hijos y no alcahuetear nada con respecto a las fiestas como las de graduación.
“Si a un papá le piden una cuota para esa fiesta y sabe que habrá guaro, el padre pagará la cuota, pero si le dicen que en la fiesta habrá cocaína, ¿pagará la cuota?”, indicó Tano a manera de reflexión.
“Esas fiestas terminan en orgías y son 14 mil embarazadas las que hay. Imagínese que el alcoholismo ha matado a más seres humanos que si juntáramos a todas las víctimas de las dos Guerras Mundiales. Es monstruoso”, añadió.
Su mensaje a la juventud actual, esa que ha empezado a tomarse una cerveza o dos cada fin de semana para vacilar con los compas es que dejen de inmediato la bebida, porque así empezó él.
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“El mensaje a los jóvenes soy yo, que empecé en el cole con una cerveza y terminé despedazado. A mí me gustaba una chiquilla y le quería dar un beso, pero no me animaba, entonces me tomaba dos o tres birras y me envalentonaba por lo que si me rechazaba más bien la empezaba a insultar. Allí empieza la enfermedad. La mejor cura es no tomar. El alcoholismo solo le da al que toma, el que no lo hace no está en riesgo”.