No hay nada más doloroso para un padre que no poder ver a sus hijos, simple y sencillamente porque la mamá de las criaturas así lo quiera.
Eso lo sabe muy bien Herbert Salas, un empresario josefino que sufrió esa situación durante cinco años, tiempo en que su exesposa le negó ver a sus dos varoncitos, situación que cambió desde el 11 de octubre de este año, día que los tribunales de justicia le dieron la razón a él en un pleito legal que tardó 10 años, donde encontraron culpable de desobediencia a la autoridad a su exmujer de apellido Ruiz.
Los primeros tres años pudo, a regañadientes de su exesposa, compartir tiempo con ellos, pero desde el 2013 perdió todo contacto pues ella cambió de casa, de escuela, números de teléfono y cualquier otra forma de localización.
Muchas parejas han encontrado en la denuncia por violencia doméstica la herramienta perfecta para separar a sus hijos de su excompañero (a) sentimental y por los vacíos en la ley muchos han logrado su cometido, pero en los últimos tres años se han ido ganando algunas luchas.
Al principio Salas tenía un régimen de visitas los miércoles durante dos horas y los fines de semana se lo llevaba el viernes y los devolvía domingo, pero poco a poco su ex comenzó a irrespetarlo y comenzaron los problemas.
“Fue a partir del 2011 cuando empecé a tener más problemas porque yo iba por mis hijos los miércoles a las seis de la tarde, como lo establecía el régimen de visita, pero solo teníamos dos horas que por las presas con solo irnos a comer o más si les preparaba algo en casa, ella ya a las ocho me estaba llamando para que los regresara. Eso crea ansiedad y preocupación en los niños porque después llegaban y los regañaban. Eso les crea un sentimiento de culpabilidad y provoca que no quieran compartir con el papá”, explicó Salas.
Sus hijos actualmente tienen 19 y 15 años, ambos indicaron que no tienen interés de retomar la relación con su padre pues para ellos él los abandonó, pero pese a esto, él decidió continuar con la pelea para que no fuera solo de su boca que ellos escucharan que no había sido así, sino que un juez lo demostrara.
“La jueza fue muy clara y en su resolución le hizo ver a la madre de mis niños que ellos no eran un objeto que ella podía comprar o vender, y que no podía usarlos como arma de venganza porque los que terminan saliendo perjudicados son ellos”, recordó Salas.
Está claro en que para él es poco lo que puede hacer por recuperar el cariño de sus hijos, pero no quiere que otros padres corran con su misma suerte.
“Lo que me molesta es que me haya echado a mis hijos en contra, borrando la figura paterna y diciéndoles un montón de mentiras”.
Salas reconoce que el proceso no es fácil, incluso lo describe como emocionalmente desgastante, en el que se debe invertir tiempo y dinero, pero quiere que otros que estén en la misma lucha vean que no es imposible.
Buscan corregirlo
“El proyecto de ley diecinueve mil seiscientos setenta y seis tiene por objeto que la relación de los niños y niñas con sus padres no sea interrumpida por asuntos de convivencia o divergencias que se susciten entre estos, toda vez que cuando se aplican medidas precautorias se afecta la relación paterno-filial y los niños son los directamente impactados por las relaciones entre los convivientes”, explicó Rodrigo Orlich, presidente Asociación Familia y Projusticia.
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