Al papa Francisco se le dio una nueva oportunidad de saborear “el mejor café del mundo”, como él mismo lo ha dicho.
Ese gustazo se lo dio monseñor José Manuel Garita, obispo de Ciudad Quesada, quien le entregó café de Tiquicia y unos chocolates de yodito.
“Su santidad expresó que es el mejor café del mundo y afirmó que degustaba nuestro café”, mencionó Monseñor.
Este encuentro se dio en el marco de la participación del obispo sancarleño en ejercicios espirituales y un intercambio junto a otros obispos del mundo con cinco años de ordenación.
El cierre de esta actividad permitió un encuentro de los obispos con el papa y compartir un almuerzo con él, el pasado 2 de setiembre.
“Al mediodía llegó el santo padre y tuvimos un encuentro por casi una hora en la Casa Santa Marta. Algunos obispos le comentamos la experiencia que tuvimos y le agradecimos, pues estamos muy edificados y contentos.
“El papa nos recordó que la misión esencial de la iglesia es evangelizar y nos pidió tener un auténtico espíritu misionero y evitar la mundanidad espiritual que se instala y bloquea. Nos pide salir”, señaló monseñor Garita.
El santo padre también les dijo que los obispos deben tener cercanía con Dios, con los sacerdotes y sobre todo con el pueblo de Dios.
“Nos insistió en evitar el clericalismo que genera distancia y alejamiento”, mencionó monseñor.
“Fue una experiencia renovadora, enriquecedora y profunda a nivel espiritual y pastoral que hemos vivido por gracia de Dios”, dijo el religioso al hablar sobre la actividad.
Algunos de los temas del retiro fueron: hacer memoria de las acciones de Dios, tomar conciencia de la propia identidad, gustar de las imágenes de Dios que más impactan y mueven internamente y la conversión como cambio de mentalidad.
Además analizaron los pasos de conversión que se deben dar, la llamada en la comunidad de los llamados, la comunidad que ama y sirve, contemplar y gustar con profundidad interior, pedir los dones del espíritu santo, la gracia de la debilidad y la contemplación bíblica.