Luego de pasar una temporada en el hospital, debido a un fuerte quebranto de salud, el papa Francisco, logró reponerse y vivir una hermosa y reflexiva Semana Santa en el Vaticano.
Como parte de los mensajes dados en sus homilías, el Jueves Santo dio valiosos consejos a los sacerdotes para que logren vencer tres tentaciones que, según su criterio, están de moda.
La primera tentación es la falta de compromiso, ya que muchos se conforman apenas con lo que puede hacer; la segunda es la de los sucedáneos, es decir, los curas que intentan ‘llenarse’ con algo distinto a la unción que recibieron como religiosos y que deben renovar cada día y la tercera tentación es la del desánimo, en la que los curas insatisfechos siguen adelante por pura inercia, sin vivir realmente la palabra de Dios.
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“A todos, antes o después, nos sucede que experimentamos decepciones, dificultades y debilidades, con el ideal que parece desgastarse entre las exigencias de la realidad, mientras se impone una cierta costumbre; y algunas pruebas, antes difíciles de imaginar, hacen que la fidelidad parezca más difícil que antes.
“Y aquí está el gran riesgo, mientras las apariencias permanecen intactas, nos replegamos sobre nosotros mismos y seguimos adelante desmotivados; la fragancia de la unción ya no perfuma la vida y el corazón ya no se ensancha, sino que se encoge, envuelto en el desencanto”, agregó el papa.
El fuego del Espíritu Santo
En esa homilía, el papa Francisco reflexionó acerca de la importancia de la presencia del Espíritu Santo en el sacerdocio y afirmó que, sin Él, “no hay vida cristiana y, sin unción, no hay santidad”.
“Sin Él, tampoco la Iglesia sería la esposa viva de Cristo, sino a lo sumo una organización religiosa; más o menos buena, no el cuerpo de Cristo, sino un templo construido por manos humanas”, señaló el religioso.
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El líder de la Iglesia católica fue claro al decir que ellos fueron elegidos directamente por el Padre, así que deben cumplir con su responsabilidad con amor y dedicación.
“El Señor no solo nos ha elegido y llamado, sino que ha derramado en nosotros la unción de su Espíritu, el mismo Espíritu que descendió sobre los apóstoles”.
Por ello, invitó a los sacerdotes a fijarse en los apóstoles, cuya vida cambió “con la unción de la palabra”.
El papa les dijo a los sacerdotes que están pasando por esa crisis que los tiene presentes en sus oraciones.
“Tengo presentes a estos hermanos. Simplemente les digo: ánimo. El Señor es más grande que sus debilidades, que sus pecados. Confíen en el Señor y déjense llamar una segunda vez, con la unción del Espíritu Santo. La doble vida no les ayudará, tampoco tirar todo por la ventana. Miren hacia adelante, déjense acariciar por la unción del Espíritu Santo”, les pidió el papa.