El deseo de tener una plaza en propiedad hizo que el profesor Allen Brenes dejara todo en Santa Cruz, Guanacaste, para irse a vivir a un lugar donde la electricidad y la cobertura celular eran como un cuento de hadas, no existían.
En el 2001, Brenes se convirtió en profesor unidocente de la escuela Sardina, ubicada en Colorado de Pococí, un poblado donde habitan unas 50 personas y donde se carece de los servicios de electricidad.
Para que se haga una idea, el poste de electricidad más cercano se localiza en Cariari, a hora y media de la zona.
“Llegar a una escuela donde no hay condiciones para enseñar es difícil, pero uno como docente se logra acomodar”, comentó.
Pero siga leyendo porque, otra vez al igual que un cuento de hadas, esta historia tiene un final feliz.
Sobrevivir a oscuras
Este profesor se devolvió en el 2002 a Santa Cruz, para cuidar a su papá, y cinco años más tarde volvió a Sardina, donde las noches se le hacían eternas.
“A las 6:30 p.m. uno ya se estaba durmiendo, no había nada que hacer”, expresó el educador, quien duerme en un cuarto que hay dentro del centro educativo.
En los primeros años adquirió un beeper para comunicarse con familiares y amigos. Luego consiguió un teléfono celular, pero casi nunca tenía señal.
“Todo se prepara en cocina de gas. No se puede ver tele y si uno desea hacer un mandado, hay que tomar un taxi que te puede cobrar hasta ¢15.000, porque hay solo dos buses al día”, expresó.
Oportunidades
Pero para fortuna de este profe las cosas poco a poco han ido cambiando.
En el 2012, el ICE les colocó un panel en la escuela. Aunque el servicio de luz por medio de cableado sigue siendo un sueño.
Siete años después, Brenes pudo ser testigo de la llegada de la red celular y el Internet móvil. Una herramienta que le ha servido montones en sus clases.
“Los chicos se emocionan mucho cuando podemos ver un video. También busco fotos que me permitan enseñarles de ciertos temas”, agregó.
Allen es docente de 6 alumnos: 1 de primer grado, 2 de segundo y 1 en cuarto, quinto y sexto grado.
“Con los estudiantes más pequeños el proceso es más personalizado y a veces es difícil, porque uno quisiera tener más alumnos para que entre ellos se apoyen, ya que en muchos casos sus papás no saben leer”, dijo.
Aporte de todos
Este proyecto fue realizado por la empresa Claro y colocaron dos estaciones, una en Sardina y otra en Puerto Lindo. La idea es continuar en Barra del Colorado y algunas localidades de San Carlos y Upala.
Andrés Oviedo, gerente regulatorio de esta compañía, destacó el trabajo entre empresas estatales y privadas.
“Es importante generar oportunidades para poblaciones excluidas. Agradecemos a Sutel, a Japdeva y a Setena por el apoyo”, dijo.