No se habían enfriado todavía las sillas de los diputados mientras se pasaban al nuevo edificio de la Asamblea Legislativa cuando ya se había instalado en la vieja estructura y en el edificio Sión unos personajes bien mañosos.
Se trata de una pandilla de mapaches que durante las noches hacen de las suyas en esos dos lugares.
Francisco Araya, director de la División Administrativa de la Asamblea Legislativa, contó que primero llegaron dos animalitos, luego ya eran tres, después cuatro y ahora son cerca de siete u ocho, ahí va creciendo la pandilla.
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“Se ha detectado el edificio Sión como el principal donde ellos están, pero también se ven en el edificio central que es donde estaba la Asamblea anteriormente. Pareciera que llegaron durante la pandemia y que aprovecharon la salida de los diputados, cuando se pasaron al nuevo edificio, para acomodarse aquí”, relató el funcionario.
Tanto el edificio central como el Sión estuvieron completamente desocupados por aproximadamente un mes en el 2020, después se dio la orden de que fueran ocupados por funcionarios del gobierno que estaban en otros edificios; sin embargo, era poco el tiempo que estaban los trabajadores ahí, ya que por la pandemia se estuvo aplicando el teletrabajo en la mayoría de los casos.
Eso hizo que los bichitos tuvieran tiempo suficiente para conocer y escoger los lugares que más les gustaban para instalarse a su gusto.
Ahora que ya hay más gente trabajando en los edificios patrimoniales se observan a diario evidencias de que los mapaches andan por ahí y hasta los escuchan correr en los cielorrasos, pero no los ven porque ellos solo salen en las noches, ya cuando los trabajadores se fueron.
Muy inteligentes
En este tiempo que han estado ahí los peluditos demostraron ser muy inteligentes y hasta precavidos.
Según cuenta el equipo de limpieza de los dos edificios, los mapaches ya tienen más que claro el horario del personal y a eso de las 5 de la tarde, cuando ya todo el mundo va para la casa, ellos empiezan a asomar la cabecilla por los cielorrasos para ver a las personas salir.
Ya luego, entre las 6 de la tarde y las 7 de la noche bajan a los patios y empiezan a buscar qué comer.
Por lo general andan en manada y lo primero que revisan son los basureros para ver con qué se pueden alimentar, después de que se llenan la barriga buscan el agua, se van a las pilas y si estçam vacías se van a los servicios sanitarios, abren los inodoros y toman agua de ahí.
“No los hemos visto hacer eso, pero sí se encuentran con bastante frecuencia las patas de los mapaches pintadas en los baños, por eso sabemos que lo hacen, eso se da tanto en el edificio Sión como en el central”, explicó don Francisco.
“No sabemos exactamente de dónde vienen, podría ser del parque Nacional que está aquí a la par porque hay muchos árboles, tampoco sabemos exactamente dónde duermen, pero sí nos preocupa porque cada vez son más y estos animales tiene ácaros y pueden contaminar el edificio si hacen sus necesidades en los techos o cielorrasos, entre otros problemas que traen”, agregó.
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Matones
Con el pasar del tiempo los mapaches se van adaptando a la vida en la ciudad y le pierden el respeto a la gente.
Un guarda de la antigua Asamblea, quien prefirió no decir el nombre, contó que él le tiene recelo a los mapaches porque sabe que podrían atacarlo.
“Cuando estoy de noche los veo todos los días, ellos bajan del techo como a las 7 de la noche y ya a las 9 se vuelven a subir.
“Un día un compañero tiró una piedra cerca de dónde estaba un mapache para espantarlo y el animal se le quedó viendo y fue a oler la piedra, después de eso anduvo siguiendo a mi compañero un gran rato desde el techo, no le quitaba la mirada”, contó el vigilante.
Francisco Araya dice que le piden constantemente al personal que no alimente a los mapaches para que les sea difícil encontrar comida y así dejen los edificios, además, los conserjes siempre recogen los desechos de los basureros en las tardes antes de irse para que no queden residuos de comida.
“Sabemos que podrían causar daños en el sistema eléctrico al morder los cables y otros daños en los edificios, por eso ya coordinamos con el Sinac y a principios de abril van a venir a ver cómo está la situación para ver que se puede hacer con los mapaches”, aseguró don Francisco.
Fabricio Carbonell, coordinador de Vida Silvestre del Área de Conservación Central, del Sinac, dijo que lo primero que harán será una inspección para ver qué tan grave es el problema.
“Aún no le puedo decir cuál es el plan a seguir, pero por experiencia sé que en muchos casos como estos no es recomendable reubicar a los animales porque ya están adaptados a la ciudad y si se llevan a un bosque, por ejemplo, podrían llevar enfermedades a otros animales silvestres.
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“En esos casos lo que se recomienda es reforzar la seguridad en las estructuras, si ellos están ingresando a una bodega se le recomienda a la gente poner candado, si se meten al cielorraso significa que hay un hueco en algún lado y entonces debe repararse para que ellos no tengan acceso a la casa y sobre todo, se le pide a la gente que no los alimente”, dijo el especialista.
Muy adaptables
El funcionario del Sinac dijo que los mapaches desde hace muchos años están viviendo en la ciudad, pero pareciera que ahora tienen más interacción con la gente, porque se escuchan más casos de animales que llegan a casas o edificios.
“Ellos tienen una gran capacidad de adaptación, se les ve en zonas urbanas y rurales cerca de lugares donde hay agua, lotes baldíos, casas abandonadas, a las orillas de las quebradas, parques, alcantarillas, ellos buscan agua, alimento y refugio.
“Las patitas de ellos son como las manos de las personas, las usan de la misma forma y son muy hábiles porque pueden abrir puertas, botellas y hasta la llave de un tubo, son muy inteligentes”, aseguró.
Comen de todo, frutos de los árboles, cáscaras, aves pequeñas, roedores, alimento para perros o gatos, en fin, lo que se encuentren, por eso es fundamental que las personas hagan un buen manejo de los desechos.
“Es importante que la gente tenga presente en todo momento que estos son animales silvestres y por ningún motivo deben alimentarlos, primero porque van a alterar su nutrición y por otro lado porque la ley lo prohíbe.
“Es un gran error que si un día aparece un mapache cerca de la casa le den algo de comer porque luego no llegará uno, sino una manada. Estos animales son oportunistas y necios, por llamarlos de alguna manera, además, al perderle el respeto a la gente pueden ser hasta violentos, por eso desde el primer momento hay que tratar de alejarlos para que no vuelvan”, recomendó el experto.