Cuesta creer que en pleno 2023 haya personas que realmente no son ni de allá ni de aquí porque, no hay un documento de identidad que les asigne oficialmente una patria.
Este es el caso de don José María Saavedra Hernández, quien tiene 93 años de edad y 72 de vivir en Costa Rica como un fantasma porque nunca pudo demostrar quién y de dónde es.
Este vecino de la ciudadela González en Ciudad Neily nació el 4 de enero de 1930 en Ciudad de Panamá, Panamá, en su casa gracias a una partera, pero no fue reconocido por su papá y nunca fue inscrito en la Dirección Nacional del Registro Civil de Panamá (institución que nació en 1904).
Cuando don José María, a quien en Ciudad Neily lo conocen de cariño como Pana Pata Pelada, se vino para Costa Rica, en 1951, a los 21 años.
No tenía un solo documento que lo identificara, pero eso no fue problema para que echara raíces en suelo tico, eso sí, con trabajos informales, nunca pudo amarrar ningún trabajito formal porque lo primero que le pedían era la cédula y él no tenía.
“Muy duro”
“Ha sido muy duro pasar sin un documento de identidad, me ha traído muchos problemas porque cuando sufrí un accidente y me tenía que curar o usar medicinas, la Caja (Costarricense de Seguro Social) no me atendía, y hasta el día de hoy, porque no tengo cédula.
“Tengo 72 años de vivir en Costa Rica y jamás pude casarme con la madre de mis hijos (Ana López) con quien viví y a quien amé toda la vida porque se me murió hace dos años. Ella fue la que dio la gran lucha para que yo pudiera tener un documento de identidad”, explica don José María, quien al momento de hacer esta nota, el pasado martes 21 de marzo, seguía siendo un ciudadano de ningún lado, un fantasma en la historia del Registro Civil costarricense.
No tener cédula le marcó el rumbo de su vida laboral. Con las puertas cerradas de cualquier trabajo formal, Pana Pata Pelada tuvo que dedicarse a vender pipas, chapear zacatales donde lo llamaran y en cualquier otro trabajo informal que le ayudara a llevar comida a la casa.
Con doña Ana tuvo 7 hijos. Actualmente chinea 7 nietos.
“Una vida sin cédula es muy dura, no se la deseo a nadie porque usted no existe, no es nadie y no puede hacer nada porque nadie lo recibe sin identificación”, reconoce.
Teniendo ya 72 años en Tiquicia El Pana, como también lo conocen, de hecho, a toda la familia les dicen los Panas, por el origen panameño de don José María, se siente un tico más, ama Costa Rica y, por supuesto, está completamente seguro que será en nuestros 51.100 kilómetros cuadrados que terminará sus días.
“Hay dos cosas que amé inmediatamente de Costa Rica: el café bien fuertecito y el gallo pinto con macarrones. Ahora mismo que estamos hablando le puedo asegurar que desayuné gallo pinto con macarrones y un buen vaso de café. También me gusta el hígado”, asegura El Pana.
Por estos días le entró una gran emoción porque ya le confirmaron que el próximo jueves 23 de marzo, en la oficina de Migración de Ciudad Neily, lo esperan para entregarle el primer documento de su vida, a los 93, no importa, igual lo celebra como si fuese un chiquillo de 18 años; le entregarán el Documento de Identidad Migratorio para Extranjeros (DIMEX), el cual nunca antes se lo dieron porque no presentaba una identificación de extranjero.
Pana Pata Pelada está bien pochotón. Sigue bajando pipas de los árboles y siguen pulséandola como chapeador. Cuando nos escuchó la voz como medio dudando que a sus 93 años se pudiera echar al hombro una chapeadora, nos dijo que ya casitico nos mandaba fotos y no fue paja, nos cumplió.
Le echaron el hombro
Este caso se lo echó al hombro la Defensoría de los Habitantes hace más de dos años gracias a las gestiones de doña Ana, la esposa de don José María, quien ya falleció, pero dejó sembrados los trámites migratorios de su marido para que, por fin, pueda cosechar su identificación.
“Tampoco tenía acceso al seguro de la Caja, ni podía ser solicitante para que valoraran su caso para ver si era beneficiario de un subsidio, pensión por el Régimen No Contributivo o incluso, abrir una cuenta bancaria.
“Luego de una intervención conjunta entre la Defensoría de los Habitantes, la Dirección de Migración y Extranjería y el ministerio de Relaciones Exteriores, y después de un largo proceso, se logró que el señor Saavedra tuviera su documento oficial de identidad conocido como Dimex y emitido por Migración”, explica la Defensoría.
“El señor Saavedra es el primer caso que se registra en toda la zona sur (desde Pérez Zeledón hasta Paso Canoas) con la condición de apátrida. Apatridia significa sin patria y sin nacionalidad. Es una condición en la que viven las personas que no han sido reconocidas por ningún país y por lo tanto no tienen nacionalidad”, agrega la Defensoría.
¿Qué es lo primero que hará con el DIMEX?
“Iniciar los trámites para asegurarse, es un sueño que toda la vida ha mantenido, ser atendido por la Caja”, nos confirma una de sus hijas, Jennifer López, quien tiene 42 años.