Antes de su cita con el mar, el río Tempisque abre los brazos y se extiende en el humedal de Palo Verde.
El parque nacional guanacasteco, de 18.000 hectáreas, está nada más a 30 kilómetros de Bagaces y le debe su nombre a un árbol pequeño que se mantiene verde incluso en los meses más duros del verano, cuando el humedal se encoge mientras las aves acuáticas, por miles, buscan comida y refugio.
Los charcos que sobreviven al calor las obligan a juntarse y entonces es posible admirar grupos grandes y variados yendo de un lado a otro. Jacanas, garzas, soldaditos y piches son algunas de las muchas especies que conviven en ese territorio protegido.
En el parque se reproducen algunas de las parejas de jabirús que quedan en el país. El jabirú es nuestra cigüeña más grande (puede medir 1,5 metros de altura) y está en peligro de extinción porque su espacio ha ido siendo destruido para sembrar o para dedicar la tierra a la ganadería.
Si hay suerte es posible verlos en los árboles más altos, construyendo el nido o con ya las crías. No siempre es sencillo dar con ellos, pero es lo que se tratará de hacer durante una gira que organizó la Fundación Cientec a Palo Verde para los días 22, 23 y 24 de febrero.
La escogencia de las fechas tiene una razón poderosa: la cercanía de la luna nueva. Sin la luna las noches son más oscuras y, sin luces artificiales que molesten, será más sencillo ver lo que ofrece el cielo además de pájaros, porque la gira tiene dos objetivos: aprender de astronomía y la observación de aves.
Alejandra León, directora de Cientec, adelanta algo: “Por ser un sitio remoto y plan las noches son muy oscuras y se puede ver el cielo profundo con facilidad. Observaremos los planetas visibles, la Vía Láctea, cúmulos, nebulosas, galaxias y estrellas múltiples”.
En el campo de las nebulosas hay que mencionar la de Orión, la única que se puede ver sin la necesidad de aparatos, una nube de gas y polvo donde se forman estrellas y por lo cual se le llama una guardería estelar.
Gracias al equipo de la fundación será posible maravillarse con Saturno, Júpiter y, como ya vimos, la Vía Láctea, que en la oscuridad más densa de Palo Verde recuerda el origen de su nombre porque de tantas estrellas visibles parece un camino de leche.
¿Hace falta saber de astronomía para unirse a la gira? No, lo que sí es necesario es el interés por conocer y aprender de la mano de personas expertas en el campo.
“El cielo nunca será el mismo después de esta experiencia”, afirma, con acierto, Alejandra León, quien desde Cientec ha organizado antes muchas visitas a Palo Verde.
Quizás tampoco lo será la tierra, porque la visita permitirá apreciar unos atardeceres como los que únicamente ofrece Guanacaste y ver de cerca piedra caliza, abundante en Palo Verde, que hace “nada más” 6.000 años estaba todavía bajo el mar.
De ese material es la Roca, un mirador desde el que se puede ver la magnitud del humedal donde, para fortuna del país, aún se resguarda algo de lo más valioso de nuestro tesoro natural.