Padre ¿desde cuándo es saprissista? “Desde el 2 de febrero de 1968″, responde con alegría el sacerdote Sergio Valverde Espinoza. ¿Qué sintió al compartir con La Ultra en el mismísimo sol sur del Ricardo Saprissa? “Compartir con La Ultra me recordó cuando era juntabolas de Saprissa”, recuerda con orgullo porque es moraditititico por los cuatro costados, tanto así que asegura que nació saprissista.
El pasado domingo 12 de noviembre en el estadio Ricardo Saprissa (también conocido como La Cueva), con motivo del partido Saprisssa-Pérez Zeledón por la fecha 20 del Torneo Apertura 2023, se realizó una solidaria actividad en la cual se le pidió a los aficionados que ingresaran al estadio que llevaran un peluche para tirarlo a la cancha.
Esos peluches los recogieron voluntarios de la Asociación Obras del Espíritu Santo, de la cual el padre Sergio es presidente, con el objetivo de ayudarse para los regalos de Navidad que le van a dar a 45 mil niños de todo el país.
La actividad “obligó” al padrecito a ir al estadio Ricardo Saprissa y justo ahí es donde nos vamos a quedar con esta nota.
En la amada Cueva del Monstruo del padre Sergio. Un estadio que conoce desde antes de tener 10 años y al que casi siempre entró, pero colado porque nunca logró juntar la plata que se cobraba por una entrada.
¿Disfrutó con La Ultra?
Con la barra brava del Saprissa fui uno más, canté, jugué, disfruté, vacilé. Fue de lo mejor. Aunque jamás me había metido a compartir con La Ultra ni lo pensé dos veces. Me sentí muy bien. Compartiendo con poblaciones sencillas es donde mejor me siento.
La verdad le digo, me sentí en casa, más bien me faltó tiempo con La Ultra. Habría querido quedarme un rato más largo, pero tenía que cumplir con la actividad. Es que yo soy morado de corazón, desde la cuna.
¿Antes había entrado al Ricardo Saprissa?
Fui juntabolas del Saprissa por muchos años. Incluso llegué a ser asistente del utilero de Saprissa, don Israel Santana, el papá de aquel gran jugador morado, Carlos Santana. Me lucí como juntabolas con el Saprissa de los ochentas.
Aquel Saprissa de Marco Antonio Rojas, Ronald ‘El Macho’ Mora, Freddy González. Enrique Díaz quien siempre fue mi ídolo, según yo jugaba como Enrique Díaz, toda la vida traté de imitarlo en la cancha no ve que yo era defensa central. También estaba Evaristo Coronado, Guillermo Guardia.
Todavía pude ver al delantero Francisco ‘Chico’ Hernández, era una maravilla ese hombre, era extraordinario. Era el Saprissa de Enrique Rivers, quien usaba el número 10 y cuando llegó de la Liga a Saprissa, Juan Cayasso. Linda etapa, me encantaba ser juntabolas con ese equipazo morado.
También ayudé como asistente de utilero en la Selección Nacional de Moyano (Antonio Moyano Reina, español, dirigió la Sele en 1989, año del que habla el padre Sergio. También la dirigió entre 1980 y 1984, y entre 1991 y 1992. Clasificó a Costa Rica a la Copa Mundo Italia 1990 junto con Marvin Rodríguez). Yo iba con ellos a las concentraciones y me querían mucho.
¿Cómo le iba en La Cueva?
Para entrar eran los jugadores los que me metían, yo no tenía plata para pagar la entrada. No tenía ni para los pases entonces me iba a pie desde Cristo Rey a Tibás y también de regreso a pie para poderme comprar un patí o una empanada. No alcanzaba para pases y patí, era uno de los dos.
¿Cómo se hizo juntabolas morado?
Me hice amigo de los jugadores entonces ellos comenzaron a pasarme, yo era un chiquillo de 10 o 12 años. Yo me propuse hacer algo para ganarme la entrada que me regalaban y así comencé como juntabolas.
Recuerdo que muchas veces le lavé los carros a los jugadores y muchísimas veces me iba a la gradería, pero me gustaba más estar a la par de los jugadores y solo de juntabolas podía estar ahí.
¿Qué más compartió con los jugadores?
Como me tenían mucha confianza me mandaban a comprar cosas a la pulpería, un fresco o algo así y entonces yo les sacaba la plata de las billeteras y siempre traía todo completo porque soy bueno para los números, entonces daba los vueltos muy ordenados.
¿Terminado el partido para la casa?
Sí y en muchas ocasiones jugadores como Guillermo Guardia, que también era de Cristo Rey, Evaristo Coronado, Marcos Rojas, Enrique Díaz, me traían en sus carros. Yo era superfeliz viéndome en los carros de mis ídolos.
En Saprissa me regalaban implementos deportivos. Todas las bolas de fútbol que se iban los techos de los estadios o de las casas alrededor, si yo las recuperaba eran mías. Evaristo Coronado y César Jaén los recuerdo con mucho cariño porque como tenían una pata poderosa, entonces en ocasiones sacaban la bola del estadio a propósito para que yo me la dejara.
Yo siempre usaba los implementos y las bolas para el equipo de fútbol que tenía en Cristo Rey. Siempre tuve equipos y ahí iba a parar todo lo que me regalaban de Saprissa, en los chiquitos de Cristo Rey.
¿Qué posición jugaba?
Defensa central por eso admiraba tanto a Enrique Díaz y esos centros que hacía. Iba a verlo al Saprissa y venía a imitarlo a Cristo Rey…según yo. Por estos tiempos mi admiración total es a Kendall Waston, juega mi puesto y lo hace superbién.
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¿Vio que Vladimir Quesada siempre anda con Dios en la boca?
Claro. Por eso le va bien y le irá mejor. Hoy día, poco a poco, empieza nuestro país a volver al orden natural de Dios. Hubo algunos que alejaron a Dios y nos dejaron un caos, por eso estamos como estamos. Jesús lo dejó muy claro en el capítulo de San Juan: ‘sin mí nada podéis hacer’.
¿Volvería a meterse a sol sur?
Claro. No le digo que me faltó tiempo. Hay que volver a donde La Ultra.