5, 4, 3, 2, 1… ¡Feliz Año Nuevo! Justo cuando entre el 31 de diciembre del 2023 y el 1° de enero del 2024 miles de familias disfrutarán juntas y dándose las bendiciones para un año que recién comienza, el padre Sergio Valverde, presidente y fundador de la Asociación Obras del Espíritu Santo, estará sudando la gota gorda sirviendo comidita para darles una linda cena a casi mil personas de escasos recursos.
No será la primera vez, ya tiene varios años de hacerlo. Cuenta el padrecito que todo nació porque se dio cuenta que tanto para Nochebuena como Año Nuevo, una gran cantidad de personas no tenían dinero para hacerse una comidita.
“Hay muchas personas que pasan directo en Navidad y Año Nuevo porque no tienen dinero para comer, o bien solo se pueden comer el gallopintico, que es lo mismo que comen todos los días; incluso, hay muchas familias que su cena es solo un pedazo de pan. Hay mucha necesidad económica”, nos explica el padre Sergio.
Desde este 2023, el padrecito sintió algo diferente en el pecho y, poco a poco, fue entendiendo qué era: no solo debía ayudar a los que pasan por una pobreza económica, sino que debía meterse y duro, con aquellos que sí tienen para una cenita y hasta bien buena, pero viven otro tipo de pobreza: la soledad.
“Este año atacaré también esa distinta forma de pobreza, que es la soledad. Hay personas solas, esposos, una mamá con sus dos hijos pequeños, que pasan Navidad y Año Nuevo solitos en su casa, sin nadie más. Pues ellos también ocupan y por ellos es que, lejos de pretender pasar con la familia y amigos, lo mejor que podemos hacer es organizar una linda comidita para todas esas familias. Se trabaja, sí, pero con amor y alegría”, reconoce el sacerdote.
Fue así como el líder de las Obras del Espíritu Santo nos abrió las puertas de su oficina (con cafecito y un quequito seco supersabroso) y de su corazón para contarnos cómo vive la noche del cambio de año.
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Creíamos que nos diría que se acuesta temprano o que festeja con familiares y amigos después de la trabajada en las fiestas de Navidad para los niños de diferentes zonas del país, Guatemala y El Salvador, pero nos topamos con una realidad muy diferente.
Dura soledad
“Uno va entendiendo que es importantísimo compartir con los que necesitan económicamente, pero también con los que necesitan espiritualmente, o necesitan algo tan sencillo como compañía. En muchos hogares abunda la soledad y eso golpea tanto que hay esposos que teniendo para pagarse una cena fina se acuestan sin cenar porque les gana la soledad.
“Sé de casos de una mamá con sus dos hijos que, si bien se dan el saludo de Año Nuevo entre ellos, pasan solitos, nadie llega a saludarlos, no se abrazan con otras personas y al mismo tiempo escuchan en la calle risas, gritos, pólvora, mientras están solitos. No reciben ni una llamada telefónica de ¡Feliz Año! Ese abrazo y ese compartir es muy necesario, lo entendemos perfectamente. Trabajo el 31 de diciembre porque hay mucha necesidad y mucha soledad”, analiza el padre.
Lo que está alistando el padre Sergio para este 31 de diciembre es una cena a cachete. No quiere dar arroz y frijolitos solamente. Eso no significa que no sean ricos y necesarios, pero el padrecito quiere que, por lo menos en el cambio de año, unas 300 familias logren compartir una comidita bien rica y algo diferente porque, realmente, se la merecen.
Serán 300 familias de un promedio de cinco miembros, lo que significa que Obras del Espíritu Santo preparará una cena para unas 1.500 personas que no tienen dinero para hacerse una cena o no tienen a nadie para compartir.
“Tengo que aceptar que compartiremos con personas y puede ser que de cada 100 unas 10 tienen una pobreza de soledad.
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“Alguien puede decir que esta o aquella persona puede pagarse una cena y no debe de estar ahí, es cierto, pero puede ser que esa persona que sí puede pagarse la cena no tiene a nadie con quien compartirla y por eso le abro las puertas de par en par. La soledad es dañina”, reconoce.
No se detiene
El 17 de diciembre arrancaron las fiestas navideñas para los niños en el Estadio Nacional, después el padre Sergio la hizo en Puntarenas, Talamanca, entre otras zonas del país; además, el 27 de diciembre hizo la primera de dos fiestas en Guatemala y el 29 de diciembre en El Salvador.
Se regresó para Costa Rica este sábado para seguir con las fiestas de Año Nuevo. Sí, las fiestas, porque este año hará tres: la edición 7 de la cena de Año Nuevo, que se hará en la sede de Puntarenas, de La Carpio y de Cristo Rey. El padre pasa en esta última sede.
¿Es a las puras 12 la cena?
“La actividad comienza a las nueve de la noche con una misa que les celebramos a esas familias. Esa misa dura como dos horas y después ya vamos pasando al salón y ahí es cuando comienza la cena.
“Me encanta que se cumple el objetivo, es un compartir como una gran familia con Dios en el centro como siempre se los digo. Me encanta que es una cena llena de felicidad, de aquello que este no conoce a aquel y en un momentico ya son amigos.
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“Son momentos de alegría total en donde le damos gracias a Dios por todo lo que nos dio en el año y se pone el ambiente tan bonito que incluso todo va terminando como a las tres de la mañana, porque cantamos música de Dios, bailamos esa música y hay regalos para los niños”, contó el padre Sergio, quien asegura que él es el último que se va; incluso, hay ocasiones en que no se fue, porque se quedó dormido en una de las mesas.
Para este 2023 arrancará en forma otra comidita y será dedicada, especialmente, a los adultos mayores. No será a la pura medianoche y la idea es que los abuelitos de La Carpio, Puntarenas (3 p.m.) y Cristo Rey (al mediodía) se apunten a pasarla lindo y compartir. Serán tres actividades diferentes a las cenas de las que venimos hablando.
Una manzana para 5
Ya los dos papitos del padre Sergio fallecieron; sin embargo, él reconoce en su obra, los niños, las madres solteras y los adultos mayores, a su familia que debe ayudar a diario para que logren pasar con la pancita llena.
Aprovechamos para preguntarle al sacerdote sobre su infancia y cómo vivía, en el mismo barrio Cristo Rey de San José, los 31 de diciembre.
“Éramos cinco hermanos y mis papás, no tengo idea cómo, pero siempre nos hacían para el 31 de diciembre un arrocito con pollo, que para esas épocas se comía solo una vez al año. Recuerdo que era una noche muy feliz.
“A todos los hermanos nos hacía feliz lo que venía después del arroz con pollo, cerquita de la medianoche. Mis papás nos tenían siempre una manzanita que se partía en cinco pedazos, uno para cada hermano y eso no volvía locos de felicidad.
“También, eran días en que uno comía, aunque fuera ese pedacito de manzana, solo una vez al año. Era un lujo. Hubo 31 de diciembre que mis papás sacaban dos manzanas, y era la locura total. Papá, en un radiecito viejo, ponía villancicos y cantábamos muy alegres, recuerdo que la pasábamos muy bien y nos daban las 2 o 3 de la mañana”.
Además de los villancicos, siempre el 31 de diciembre, en la casa del padre Sergio, todos jugaban juegos de mesa como bingo o lotería y eso los entretenía por varias horas hasta que el sueño les ganaba.
Un trabajador más
A la hora de hablar de un padre Sergio trabajando por su obra el 31 de diciembre mientras usted y yo nos la tiramos rico con nuestras familias, él nos recordó que sólo es uno más de miles de ticos que también trabajan la noche del cambio de año.
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“No puedo olvidarme de los oficiales de la Fuerza Pública, los bomberos, los cruzrojistas, todos los que trabajan en hospitales, en las cárceles; en fin, son miles de personas que al igual que yo estarán trabajando, muchos, no podrán ni cenar, para todos ellos la bendición de Dios.
“Espero poder hacer muchas cenas de Año Nuevo y cada vez incluir más a los adultos mayores y las personas solas. El país está envejeciendo y debemos ponerles atención a los abuelitos, sobre todo los que no tienen para comprar comida o si tienen pasan solitos. Me encanta trabajar por mi familia de Obras del Espíritu Santo el 31 de diciembre”, concluyó.