“Mi papá falleció covid-19 hace veintidós días. No pude vestirlo, no pude velarlo, no pude enterrarlo; para poder hacer un pequeño acto religioso tuvimos que incinerarlo porque la orden era el entierro antes de veinticuatro horas. No le pudimos dar la despedida que queríamos y eso es muy duro”.
Karla, una vecina de San José, nos contó así --con dolor-- lo que vivió por la muerte de su padre.
Pero aun en medio del duelo, espera con ilusión un osito que le están haciendo con la camisa que su papá usó hace mes y medio, en el último cumpleaños que celebró todo contento.
El objeto que le llegará será una obra más de “Dulce eternidad, osos de recuerdo y memoria”, un proyecto de la sicóloga Paola García Herra, quien en estos tiempos de pandemia ha estado muy cerca de familias que perdieron un ser querido y quedaron con la tristeza de no poder despedirse como deseaban.
Con ropa de esa persona que se fue, Paola fabrica a mano ositos para que los parientes puedan recordarla con cariño.
Karla nos cuenta cómo llegó hasta esta linda iniciativa.
“Al fallecer papi le conté a una vecina que me encantaría que en el país hubiese ideas como las de México o Estados Unidos, donde hacen un osito con la ropa de la persona que falleció. Yo no había visto que eso se hiciera aquí.
“Mi vecina buscó en Internet y consiguió a doña Paola y así nació la idea de tener el osito que pondré en mi cama todos los días. No es un simple oso, siento que es esa parte de papi que el covid-19 no me dejó tener cerca en sus últimos días de vida”, explica.
Dolor propio
Paola, vecina de Montelimar de Calle Blancos, nos explica que su dedicación a los osos nació después de la muerte de su papá, don Alejandro García Marín.
Ella no sabía nada de manualidades, pero como es sicóloga aprendió la forma de tratar el duelo ante una pérdida. Un dia se le ocurrió la idea de transformar una camisa de su papá en un osito que la acompañara toda la vida.
“Una amiga me ayudó a hacer los patrones y paso a paso fue como nació el primer osito, con la camisa de papi. De inmediato me di cuenta del impacto que eso tuvo en mi mamá y en la familia. De casualidad, siendo estudiante de Sicología, me tocó ese tema del proceso del duelo y para un grupo de terapia hice otro osito y también tuvo un gran impacto. Entonces entendí que con ellos podía ayudar mucho a las personas”, recuerda.
Ya con esas experiencias se puso a afinar el proyecto: perfeccionó los patrones, hizo pruebas, buscó el mejor relleno del mercado (uno con bajo riesgo de causar alergias) y así empezó esta pequeña empresita.
Nació antes de la pandemia, pero desde marzo del año pasado, cuando se dio el primer caso de covid-19 en el país, el trabajó aumentó bastante.
Y es bueno decir que los ositos sirven también para recordar nacimientos, graduaciones y otros hechos importantes.
“La pandemia ha dejado muchos vacíos en las familias. La muerte por covid-19 es un arrebato de ese ser amado de un momento a otro y para eso nunca se está preparado. En Sicología estos ositos son llamados ‘objeto transicional’ y es parte de ese duelo que se debe vivir”, nos explica Paola.
Surge una pregunta: ¿qué representa en quiénes han perdido un ser querido?
“No es solamente un osito, es una forma de consuelo, de apoyo, de acompañamiento. Ayuda mucho a la paz y a la esperanza de las familias. Como sicóloga entiendo perfectamente lo que viven los familiares y por eso es que cada osito es hecho a mano y con mucho amor. Me doy cuenta de que tengo entre mis manos un pedacito de personas buenas y lindas que ya fallecieron”, nos dice.
“Es lindísimo porque la gente se abre conmigo y me cuenta la historia detrás de la camisa o cualquier otra prenda que me dan. Me cuentan cómo era ese familiar y eso me sirve para hacer el osito. Si la persona solo andaba en tenis, pues le ponemos tenis, detallitos así”, agregó.
Cada animalito está listo en unos 15 días y por ser una empresita familiar, a Pola le ayudan su esposo, Luis Díaz, y sus dos hijas: Fabiola, de 14 años y Mariana, de 5.
Hay dos tamaños de osos, el pequeñito (30 centímetros de alto) vale 25 mil colones y el grande (45 centímetros de alto), 30 mil colones. Una misma familia puede llevar varias prendas para más de un osito, en esos casos Paola haría un precio especial.
Enfrentar la pérdida de un ser querido es un proceso que exige trabajo sicológico, algo en lo cual los ositos de tela podrían tener un papel importante.
Para hacer pedidos se puede llamar, o escribir, por WhatsApp al 6199-6483; también está disponible el perfil en Facebook “Dulce eternidad, osos de recuerdo y memoria”.