Les vamos a contar una historia de amor. De esas que antes de poder decirles que vivieron felices para siempre, debemos repasar cómo el príncipe azul logró superar todos los obstáculos en el camino para alcanzar a su princesa.
La princesa es la máquina de tren 130 y el príncipe azul es la Asociación de Desarrollo para la Preservación del Patrimonio Cultura de Orotina.
Érase una vez en 1902, un hermoso pueblo llamado Orotina, por el que pasó por primera vez en la historia el ferrocarril al Pacífico. A partir de ahí los vecinos se acostumbraron a ver máquinas jalando vagones varias veces al día.
Primero las máquinas tenían número como 6 y 8, después subió a 31, 37, con el tiempo ya superaron la centena. Hubo un momento de la historia en que nuestro país hizo un pedido especial de cuatro máquinas eléctricas a la empresa alemana Siemens, la cual se encargó de hacer esas cuatro máquinas con diferencias únicas para Costa Rica ya que tomaron en cuenta nuestra geografía y el clima. Esas máquinas fueron la 130, 131, 132 y 133.
La estación del tren en Orotina se volvió para los viajeros y los orotinenses en un lugar lleno de alegría y negocios. Llegando el tren se montaban señoras con palanganas cargadas de tortillas, huevos duros, gallina achotada, chorizo, canastas de madera con caimitos y marañones, entre otras frutas.
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Los orotinenses se enamoraron poco a poco del tren porque alegró la zona y generó platica para muchos de ellos. El resto del país también aprendió a enamorarse de Orotina. En 1995 una decisión del gobierno le puso candando a los trenes en el país y aquellos días de alegrías se acabaron para los de Orotina.
Como los grandes y buenos amores jamás se olvidan, cada vez que algún orotinense iba a San José y pasaba por el Estación del Pacífico, veía las máquinas y los recuerdos felices volvían a sus corazones. No podían creer que aquellas máquinas que pasaban a cada rato estaban llevando sol y agua, pudriéndose y herrumbrándose sin que nadie hiciera nada.
Ganó el amor
Don Giovanni Castaldini, el presidente de la Asociación de Desarrollo para la Preservación del Patrimonio Cultural de Orotina, nos cuenta que en el 2014 los orotinenses ya no pudieron soportar seguir viendo a la máquina 130 prácticamente tirada y se unieron varios vecinos que enviaron una carta al Instituto Costarricense de Ferrocarriles (Incofer) pidiéndole la 130 para ellos encargarse de chinearla y dejarla bien catrineada.
“Los orotinenses le agarramos mucho cariño a las cuatro máquinas, la 130, 131, 132 y 133, pero la que estaba más completa en el 2014 era la 130, por eso la pedimos. Se puede decir que esa máquina es única en el mundo porque se hizo especial para nuestro país, no hay otra igual, lamentablemente las otras tres hace cinco años fueron vendidas como chatarra, ya no existen”, recordó don Giovanni.
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Pasaron tres años, muchas reuniones y gran ayuda política desde que entregaron la carta. En el 2017 por fin les autorizaron trasladar la máquina a Orotina y ahí comenzó la bronca de cómo trasladar 60 toneladas por la ruta 27.
Aparecieron empresarios de Grecia y Orotina que amablemente se encargaron del transporte: toda la parte de las ruedas en un furgón y la parte de arriba en otro. Ya en Orotina duró otros tres años en la etapa de evaluación, bingos, rifas y lo que fuera que ayudara a conseguir la plata para la restauración y con bombos y platillos arrancaron los trabajos en enero del 2020.
Pandemia
Dos meses y pico después de iniciados los trabajos el mundo fue atacado por la pandemia que provocó el covid-19 y todo se detuvo en el planeta, incluso el proyecto de restauración que retomaron hasta febrero del 2022.
“Con fuerza y pasión volvimos a trabajar en la restauración unas 15 personas entre voluntarios y la persona conocedora que se encargó de la pintada, por cierto, la pintura toda la donó la Municipalidad de Orotina. Se terminó de pintar en junio del 2022, pero faltaban detalles como las escobillas, faroles, ventanas de vidrio y los dos pantógrafos (especie de antenas que eran las que chocaban con los cables de electricidad y permitían el movimiento).
“Logramos, por fin, inaugurar la restauración de la 130 el 9 de diciembre del 2022. Ahí la tenemos en la estación del tren de la comunidad para que todos podamos disfrutarla, también los visitantes. El tren fue una parte importantísima de nuestro cantón y estamos luchando para que jamás se olvide”, reconoce el presidente de la Asociación.
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La historia no queda ahí, actualmente la asociación está trabajando en la parte interna de la máquina, restaurándola para que ahora sí esté completamente emperifollada como cuando logró conquistar el corazón de los orotinenses.
Como el amor todo lo puede, los del Incofer quedaron tan encantados con la restauración de la 130 que, al ver esa pasión y entrega de la comunidad, también les dieron el edificio de la estación para que lo pongan como un ajito.
Ahora sí: Y la 130 y los orotinenses, vivirán felices para siempre.