Después del buen gusto que nos dejó la Selección ahora nos toca como país, como pueblo privilegiado, hacer un alto, parar la fiesta, reflexionar y cumplir con nuestro deber este domingo 3 de abril en las urnas.
Nos tocará marcar la cancha sobre quien nos dirigirá durante los próximos cuatro años en el primer gobierno postpandemia, tarea nada fácil, por eso tenemos la obligación de salir a votar pensando en nuestras familias, en lo mejor para Costa Rica.
Es oportuno reproducir el pensamiento del destacado periodista y escritor costarricense Carlos Cortés, quien expresa esa obligación con claridad meridiana.
“En una elección ajustada cada voto cuenta. No puedo ni quiero renunciar a mi responsabilidad como ciudadano. Respeto a quienes quieran anular el voto, y así lo han expresado, pero en esta coyuntura histórica concreta —subrayo esto último— no lo considero válido. Votar nulo o no votar equivale a desentenderme de quién gane”.
El politólogo Sergio Araya complementa: “Aunque el que no va (a votar) tiene el derecho a expresar algo a través de su ausencia, lo que pasa es que el que no va está permitiendo que el que sí lo hace, decida por él.
“Por eso es importante motivar a la gente a asumir ese protagonismo aunque sea para mostrar el apoyo y la confianza en la institucionalidad del voto, que es un sello de la identidad del costarricense”.
Costa Rica es una de las democracias más antiguas y sólidas del planeta, estamos obligados a respetarla y honrar el sacrificio de aquellos líderes quienes en con sangre, en la guerra del 48, defendieron el derecho y la limpieza del voto.