Estaba maquinando sobre la “invitación” que me cayó por WhatsApp para ir a jamar este jueves al club Unión con el candidato a la presidencia, por el partido Progreso Social Democrático, Rodrigo Chaves Robles, exministro de Hacienda.
Sin embargo, el monto me hizo pensarlo un poquillo. El hombre cobra $1500 (casi ¢1 millón) y me saltaron una serie de dudas que compartí con mi colega Roney Clarke quien también está dispuesto a ir.
No sabemos si hay que ser socio del club Unión o la entrada es abierta, tampoco está claro si ese piquillo se puede pagar en abonos por SINPE móvil, porque solo venían las cuentas del Banco Nacional, cuenta cliente, cuenta IBAN (“I BAN” a darnos por la jupa), en colones y dólares.
Tampoco sabemos si aplica tasa cero, cuál es el menú, si los que estamos a dieta podemos pagar menos o se puede pedir para llevar.
No dicen cuántas preguntas se pueden hacer, o si por ese monto uno puede pulsear una diputación o al menos ser el chofer del diputado. Tampoco decía si había que ir con traje formal o se podía llegar en buzo, por aquello de quedar empanzado.
Sinceramente lamento la pifia del equipo de don Rodrigo. Estos cariñosos almuerzos de políticos con gente papuda, para recaudar chochosca, han sido una práctica de siempre. La invitación debió ser dirigida, con precisión de cirujano, a los ricos, con nombre y apellido. Nunca por redes sociales.
Don Rodrigo, al que considero el candidato más capaz para dirigir al país en la etapa postpandemia, necesita desarrollar el “feeling” para llegarle al pueblo. El destacado economista necesita bajar a tierra después de la elevada carrera en el Banco Mundial.