Pulsear el diálogo, el acuerdo y evitar la guerra en las calles es el camino democrático. El intento de diálogo fiscal del gobierno, aunque tardío, fue una buena señal, pero la mesa tenía mucho comején el cual fue alborotado por la Unión Costarricense de Cámaras (Uccaep) que la sacó del estadio al negociar y levantarle el piso a Rescate Nacional, grupo manchado y promotor de la violencia y los bloqueos.
Hoy el esfuerzo del gobierno por legitimar sus propuestas al FMI, contando con la bendición de la mayoría, está más que rudo.
En mi humilde entender, el único camino posible es que el diálogo, las discusiones, los acuerdos sean llevados por las personas que los costarricenses escogieron con el poder del voto: legisladores y representantes del Poder Ejecutivo.
No hay tiempo para alargar discusiones, tampoco para delegar y quitarse el chicharrón de encima por parte de quienes nos representan legítimamente.
Sabemos que los partidos políticos están desgastados, el gobierno de Carlos Alvarado está desgastado, pero tienen la obligación de reaccionar como los grandes ante un pueblo que, a tono con el siglo XXI, dejó de ser un simple elector y se convirtió en vigilante y exige resultados.
Y hoy lo que pide es que los líderes tomen el toro por los cuernos y nos saquen del atolladero en el que nos han metido el chorro de gobiernos irresponsables de los distintos partidos políticos. Ninguno se salva de habernos llevado a este desastre.
La medicina será amarga, y habrá que tomarla, pero que sea de forma equitativa y cure y no simplemente elimine el dolor, como siempre ha ocurrido.