Los abusos enfermizos de los sindicastos se para el sol a verlos. Este movimiento, que nació por luchas válidas contra la explotación de los trabajadores sometidos a jornadas inhumanas, mal pagados, desprotegidos y sin derecho a vacaciones, hoy nos vuelve a dejar con la boca abierta.
Hablamos, en particular, de la Municipalidad de San José donde los once integrantes de la Junta de Relaciones Laborales se sirven con palangana. Por una reunión de 30 minutos, cada uno cobra tajadas entre ¢92.000 y ¢183.000.
Destapa La Nación que las sesiones se realizan seis veces al mes y dejan a cada representante sindical hasta ¢12,6 millones al año. Esa plata es aparte de su sueldito mensual.
Este sacrificado grupo, creado por convención colectiva, y en el que hasta hay familiares, tiene la tarea de amonestar, suspender o despedir a trabajadores a los que se les comprueben faltas administrativas. Como si la Muni no pudiera funcionar sin esta oncena.
Sentados cómodamente, alrededor de café y pastelitos, analizan las tortas que se puedan jalar los recolectores de basura, cuyo salario por quincena bien sudada está muy lejos de lo que ese grupito se echa sin derramar una gota de sudor.
Agrega La Nación. De enero del 2021 a marzo de 2022, los 11 sindicalistas recibieron ¢107 millones por sesionar, cifra ¢47 millones más alta de lo que la Muni presupuestó en el 2022 para mejorar sedes policiales e instalar cámaras de vigilancia y supera en ¢77 millones la plata para “fomento de la educación y capacitación de jóvenes”.
En este jolgorio se van los impuestos de los pulseadores trabajadores capitalinos, ahogados por la pandemia y por la crisis de los combustibles debido a la guerra en Europa.