Una de las grandes bendiciones que ha tenido nuestro país, producto de invertir en su sistema educativo, fue la formación de una fuerte clase media, tapón para mantener nuestra paz social y soporte de la democracia.
Sin embargo, desde hace buen rato este gran grupo de familias costarricenses se ha ido reduciendo y no porque saltaran hacia arriba, la mayoría más bien se empobrecen. Y es que nuestra clase media se ha convertido en la carne del sandwich, la apretan de arriba y de abajo.
Está formada por profesionales, pequeños y medianos empresarios, y son los que siempre terminan pagando los platos rotos con los impuestos porque sus integrantes no tienen tantos recursos e ingresos, como un rico, para soportar los embates por más plata de cada gobierno, pero tampoco están tan mal económicamente como para recibir ayudas como bonos de vivienda, alimentación en comedores, o becas para los hijos.
La clase media todo lo paga, todos los gobiernos la ordeñan, pero cada vez la vaca está más flaca y arruinada. Y otro ordeño se avecina con el acuerdo que está buscando el gobierno con el Fondo Monetario Mundial (FMI) para que le preste $1,750 millones para la reactivación económica debido a los estragos de la pandemia.
El garrotazo será aún más grave porque llegará cuando miles de trabajadores de la maltratada clase media han perdido sus empresitas, están en suspensión de jornada laboral o han sido despedidos.
¿Y cuál es el sacrificio del gobierno de Carlos Alvarado para que las cargas se lleven parejo? En este tema Alvarado también tiene una gran deuda.