El Programa de Abastecimiento Institucional (PAI), del CNP, como si se tratara de la seguidilla de películas Los Juegos del Hambre (2012-2015), estrenó un nuevo capítulo.
Lo escribió, con total claridad, Leonardo Sánchez, director de Programas de Equidad del MEP, ante la Comisión de Ingreso y Gasto Públicos de la Asamblea Legislativa.
La verdad brilló, nuevamente, al dar a conocer la relación entre el PAI y las escuelas públicas obligadas a comprarle al CNP sin importar el precio o la calidad. Juegan con la alimentación de los escolares.
Veintiséis empresas abastecen al 32 % de los centros educativos atendidos por el CNP. En promedio, cada una vende alimentos a cuando menos 42 centros educativos, pero algunas abastecen hasta 100.
Entre las 26 se reparten el 40 % (¢30.000 millones) del presupuesto anual asignado a los centros educativos, afirmó Sánchez.
El informe del Ministerio se detuvo en un aspecto llamativo del PAI: el 30 % de las escuelas abastecidas por el CNP solo tienen un proveedor, el 16 % tiene de 2 a 3 proveedores y el 54 %, de 4 a 5.
Al diputado liberacionista, Carlos Ricardo Benavides, se le encendió el bombillo y de inmediato preguntó si es concebible que un solo proveedor produzca huevos, abarrotes, carne, frutas, verduras, etcétera.
“Entendería yo que es un comercializador que centraliza y tiene a la venta todos los artículos. ¿Estoy suponiendo bien o se trata de gente que produce de todo?”, añadió.
El PAI es el reino del intermediario. En cambio, las juntas de educación abastecidas por proveedores independientes negocian precios, volumen y distribución con el proveedor y reflejan los acuerdos en el contrato. Están en gran ventaja frente a las obligadas a comprarle al CNP.
Otro esclarecedor capítulo de los Juegos del Hambre viene en camino.