Rodrigo Chaves, presidente electo de Costa Rica, tanto la noche del domingo como en las apariciones en los medios de comunicación de este lunes, usó un tono conciliador. Ya no habló de broncas.
También ha buscado con insistencia a José María Figueres, y le ha dejado recados por todo lado, pero a Chema se lo tragó la tierra. Esperamos que este martes por fin el ahora excandidato liberacionista dé la cara y se apunte a colaborar, porque todos debemos poner de nuestra parte para ver si logramos ver la luz ante los estragos ocasionados por la pandemia y el efecto de la guerra en Europa.
“Recibí con la más profunda humildad la responsabilidad que me ha dado el pueblo costarricense (...). Es momento de asumir una gran responsabilidad”, aseveró Chaves la noche del domingo.
En las últimas horas ha tenido un cambio de tono notable con respecto al que sostuvo en la campaña. Que dicha que así sea, hasta se mandó con la frase “no se vale fallarle a Costa Rica”.
Dios quiera que así sea, porque de habladas estamos hartos, de allí el altísimo nivel de abstencionismo en la jornada electoral de este domingo, con un histórico 43%, lo que significa que cerca de 1,5 millones de votantes, de un padrón de 3,5 millones, estuvieron lejos de las urnas.
Deseo creerle a Chaves, ese es el deseo de los que votaron por él, de los que no votaron por él, e incluso de los que ni siquiera se acercaron a las mesas de votación.
Sin embargo, cuando uno recuerda la frase “Con Costa Rica no se juega” del lamentable expresidente, Luis Guillermo Solís, del PAC, quien jugó con todos y nos dejó al borde del precipicio, las dudas nos vuelven a consumir.