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No hay que desgastarse en llamarlos irresponsables, deshumanizados, malamansados. Con señalarlos como COVIDIOTAS es más que suficiente, la palabra suena ruda pero mucha gente se la ha ganado, si no nunca hubiera aparecido.
El nuevo término es otra herencia de la pandemia y describe muy bien a esas personas a las que todo les vale un pepino a pesar que conozcan gente en su barrio que perdió la batalla contra el coronavirus, que vean a miles de familias sufriendo por el luto o rezando por un familiar en cuidados intensivos para que regrese a casa.
Saben que no hay campo en los hospitales, quizás conocen a alguien al que le cuesta hacer algún leve esfuerzo, debido a la secuela que le dejó el virus, pero rechazan toda regla sanitaria.
“El lenguaje es como una caja de recuerdos, todo lo que al hombre le significa algo, ya sea bueno o malo, tiene un nombre y merece ser recordado para siempre”, nos explica sobre el surgimiento de la nueva palabra don Víctor Manuel Sánchez, presidente de la Academia Costarricense de la Lengua.
Covidiota, según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) es la “persona que se niega a cumplir las normas sanitarias dictadas para evitar el contagio de la covid”. Y podríamos agregar otra, con toque de costarriqueñismo: CORONAFURRIS, surgida de la chispa del Dr. Marco Vinicio Boza, intensivista del hospital Calderón Guardia.
En contraste a los calificativos duros, está CORONAPLAUSO: “aplauso sincronizado de la población para agradecer la labor de los trabajadores esenciales durante la pandemia del coronavirus”. Mi reconocimiento y aplauso fuerte a todos ellos.
