Cuando el ministro de Salud, Dr. Daniel Salas, anunció las medidas de relajación que comenzaron este fin de semana dije, en esta misma columna, que me asustaba la forma en que muchos iban a reaccionar.
Insistí en que los costarricenses tenemos la pésima costumbre de agarrar el codo cuando nos dan la mano . También dije que las autoridades de Salud debían hacer obligatorio el uso de la careta o mascarilla, sobre todo en las personas que atienen público.
Y lo que ocurrió este fin de semana confirmó mis temores, vi personas que salieron a caminar en grupos de hasta siete, y no creo que todos esos excursionistas hayan pasado bajo el mismo techo como para justificar que pertenecían a una burbuja social y con los ciclistas fue el desastre. Hombres y mujeres cleteros se apelotaron, esos mismos que exigen respeto a los choferes, debieron predicar con el ejemplo, menospreciaron esta guerra al COVID-19.
Y si sumamos que a partir de hoy vuelve el fútbol, muchos irresponsables que no habían agarrado en serio la pandemia, tiene más elementos para seguir la fiesta. Hoy vuelvo a insistir en que tengo temor.