Acabó el juicio de Keylor Navas, Celso Borges y Bryan Ruiz contra los exfederativos Adrián Gutiérrez y Juan Carlos Román.
El proceso deja detrás una serie de enseñanzas que sirven no solo para la vida entre canchas, bolas y concentraciones.
La primera la resume el popular refrán “para hablar y comer pescado, hay que tener mucho cuidado”. Todos, en cualquier campo, debemos tener presente que, en un estado de Derecho, las palabras que se digan podrían tener consecuencias legales, tal como acabamos de verlo.
Hay quienes han afirmado que con este proceso perdió el fútbol costarricense, pero eso no es verdad. Hubo dos perdedores: de cara al gran público fueron los tres jugadores que demandaron, no por hacerlo, sino por los argumentos que se les oyeron en algunas audiencias sobre todo contra Jorge Luis Pinto, quien no estaba demandado.
El otro gran perdedor es Eduardo Li, expresidente de la Federación de Fútbol, a quien se le abrirá un proceso penal por falso testimonio.
El juez Raymond Porter explicó este viernes por qué tomaron la decisión y cuestionó el testimonio brindado por Li. Esto es parte de lo que dijo:
“El evidenciar que se llevaban mal con el entrenador es muy diferente a que se iban a dejar perder partidos, una cosa es estar inconforme y otra amenazar con perder partidos de manera deliberada”.
“Eduardo Li mintió en temas medulares, que incluso él introdujo en este debate, él exonera a algunos (Ruiz y Celso), pero castiga a uno (Keylor) al decir cosas que no son ciertas”.
Ahora que se acerca la Semana Santa es oportuno recordar que otra de las lecciones del juicio es la necesidad de respetar el octavo mandamiento, ese que con dos palabras --no mentirás-- nos dice cuántos problemas podemos evitar si andamos siempre con la verdad.