Miguel Mendoza, periodista nicaragüense, fue condenado este miércoles a nueve años de prisión por conspirar contra la integridad del país.
Mendoza es uno de los 46 opositores detenidos el año pasado, antes de las elecciones de presidenciales de noviembre arregladas por el dictador Daniel Ortega.
Pasamos a México. La Sociedad interamericana de Prensa (SIP) está alarmada por la campaña de descrédito del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) contra los periodistas a quienes agrede e insulta. Los ataques desde la cima del poder incentivan la violencia contra la prensa.
Su blanco hoy es el periodista Carlos Loret de Mola. De forma pública y burlona, López Obrador reveló los supuestos ingresos del comunicador, cuyo pecado ha sido criticarlo.
El mandatario está enchilado porque Loret de Mola hizo un reportaje, sobre la costosa vivienda en la que vivió un hijo del presidente en Houston, Texas. La mansión era de un empresario que tiene contratos millonarios con la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex).
Saltamos a Venezuela. El hecho más reciente de abuso es la “consumación del robo” del diario El Nacional por parte de la “Justicia”, que le regaló a Diosdado Cabello, número dos en el poder, el periódico con terreno e instalaciones. El pecado de El Nacional: atacar la dictadura.
Y sin prensa no hay sociedad democrática. Por eso la ola de populismo desatada en el mundo encuentra un estorbo en el periodismo y en la libertad de expresión.
Los populistas ofrecen la destrucción de la prensa mientras el pueblo entrega paulatinamente su libertad al hombre fuerte y solo se da cuenta del error cuando es demasiado tarde. Para entonces, ya no hay prensa independiente.