A raíz del chayote con una cruz que encontró don Fernando Chaves Rosas, agricultor de Cachí de Cartago el pasado viernes, empecé a buscar información sobre esas curiosas señales y la explicación que encontré es lo que se llama pareidolia.
Se trata de un fenómeno en el que vemos figuras con rostro o figura humana, animal u objeto en un pedazo de pan, una fruta, una marca dejada en la pared por el fuego o la mancha de una gotera, solo por citar algunos casos.
Otro ejemplo sencillo es cuando buscamos figuras en las nubes.
En un artículo del periódico ABC de España se cita al sicólogo Colin Palmer, de la Facultad de Psicología de la U. de Nueva Gales del Sur, quien dice sobre la pareidolia: “Existe una ventaja evolutiva en ser realmente bueno o realmente eficiente en la detección de rostros (o figuras). Es relevante para detectar depredadores. Y es mejor tener un sistema demasiado sensible que uno que no lo es”.
Si esa sensibilidad de la que habla Palmer la trasladamos al mundo espiritual, podríamos comprender lo que nos dijo el agricultor cartaginés sobre la cruz en el chayote.
“Yo no soy fanático religioso, soy católico practicante, pero esta experiencia me ha hecho darle un mayor sentido a mi vida y a la de mi familia. Tengo la fe de que este hecho tiene un mensaje, no solo para mí, sino para muchos”.
Ese símbolo del cristianismo hallado pocos días antes de este Miércoles de Ceniza, inicio del camino hacia una Semana Santa con un mundo en pandemia y con una sangrienta guerra en Europa, debe tener “un mensaje, no solo para mí, sino para muchos”.