Los que entienden de tecnología nos cuentan que entre los beneficios de la red 5G (actualmente en nuestros celus y compus nos la jugamos con 4G) está el aumento de la velocidad, o sea, nuestros aparatos se convierten en verdaderos chuzos.
También esta tecnología ofrece una increíble reducción, de hasta 90%, del consumo energético y permite mayor cantidad de aparatos conectados por metro cuadrado. Los negocios, la educación, el entreteniminto, en fin, todo se ve requetefavorecido, como ya ocurre en países de verdad.
Por estos lados, Uruguay, desde el 2019, está en todas con la 5G. Y otros países latinoamericanos ya nos llevan ventaja.
Por eso cuando el mandatario Rodrigo Chaves sacó caja, el domingo 8 de mayo, y ordenó al presidente ejecutivo del ICE, Marco Acuña Mora, que la empresa estatal devuelva al Estado las frecuencias necesarias para desarrollar la tecnología 5G en seis meses, no podía creer tanta belleza.
Y es que el ICE se ha hecho gato bravo con esas frecuencias. La industria de las telecomunicaciones insiste en la necesidad de emplear la facultad establecida en el artículo 22 de la Ley General de Telecomunicaciones para emitir una declaratoria de interés público y desaparecer la concesión otorgada al ICE.
Pero ahora, lejos de alentar esa vía rápida, Marco Acuña se nos hizo chiquitico y cambió el discurso. Ahora resulta que ya el presidente Chaves no le dio la orden de recuperar esas frecuencias.
Acuña salió con la hablada de que lo dicho por el mandatario no lo entendimos y lo que pide es poner las frecuencias a disposición de la sociedad y eso es muuuuy diferente a devolverlas.
Huele a otra endulzada de oído que el presidente le da su pueblo y se está yendo en habladas.