Tras de cuernos palos. Estamos hasta el cuello de covid-19, estamos hasta el cuello de fiestas y de gente irresponsable, malos costarricenses, en resumen, malas personas con cero solidaridad hacia el prójimo.
Y este grupo fue engrosado por el funcionario de Salud que atendía en el cantón de la Unión y que simuló vacunar a un adulto mayor, pero la jeringa estaba vacía, tal y como fue denunciado por el propio hijo del paciente mediante un vídeo y cuya investigación iniciaron las autoridades de Salud.
El Ministerio Público junto con la Caja del Seguro y el Ministerio de Salud deben darle prioridad a esta investigación, y asignar los recursos que sean necesarios porque podríamos estar ante un posible mercado negro del que este sospechoso es apenas un eslabón.
Y más allá de encontrar un posible negocio ilegal de inescrupulosos, también hay un daño grande por la desconfianza e incertidumbre sembrada en las personas que ya han sido vacunadas no solo en La Unión sino en otras regiones del país. También alimenta el escepticismo entre los que estaban medio quitados para vacunarse. El daño es grande.
La aparición de estos delincuentes con bata es deplorable porque manchan el sacrificio de los miles de funcionarios de Salud, de ese ejército abnegado y honesto que está desde hace trece meses en primera línea poniendo alma, corazón y algunos hasta sus vidas en esta desgarradora batalla contra la pandemia.
El castigo debe ser ejemplar, no deben quedar portillos abiertos en la investigación porque desgraciadamente nuestras leyes, en gran cantidad de casos, no se aplican con la vehemencia que corresponde. Este funcionario no merece la menor consideración.