En la página de recomendaciones para viajeros del Departamento de EE.UU, país del que viene la mayor cantidad de turistas, hay cuatro colores para identificar el riesgo de viajar. Nosotros estamos en rojo, el rojo advierte no viajar. “Do not travel”, ¿así o más feo?.
Lo primero que se le viene a uno a la jupa es pensar que es una injusticia, porque en rojo también debe estar Afganistán.
Al final, lo mejor es fijarnos en lo que hay que hacer. Sobre la pandemia, la vacunación aquí avanza y no hay motivo para esperar un comportamiento del covid distinto al de otros países.
No debemos aflojar con la vacunación y apuntalar el código QR, cuya adopción está en manos de un juez a quien el alma se le pasea por el cuerpo cuando se requieren rápidas acciones exigidas por la emergencia sanitaria.
En cuanto a la inseguridad ciudadana, el disparo de la delincuencia obedece al agravamiento de la situación económica, por culpa de la pandemia.
La solución no puede esperar a la salida de la crisis económica creada por la pandemia y, no importa cuánto pese ese factor en la ola de delitos, es preciso ajustar las reglas policiales y punto. En los primeros 25 días del año hubo 43 homicidios, 5 más que el año pasado, en el mismo lapso. Ya el número de homicidios del 2021 había aumentado en relación con el 2020.
Los sonados casos de agresión contra turistas aumentan la sensación de inseguridad.
Las soluciones, en cuanto a seguridad ciudadana, no parecen tan claras, es necesario innovar, probar nuevas tácticas y, de ser necesario, intensificar la inversión en recursos policiales. Si el crimen aumenta y enraíza, puede ser peor que la pandemia en sus consecuencias económicas.