No es necesario un estudio para saber que pasar por la carretera de Circunvalación, en horas pico, es uno de los principales calvarios que afrontamos.
Sin embargo, cuando hay datos que nos ilustran con total claridad lo que vivimos en las presas, sencillamente quedamos pasmados. Un estudio del Estado de la Nación dice que en cada 100 metros recorridos en esta ruta desperdiciamos 9 minutos de vida.
Esos deprimentes momentos se dan, de lunes a viernes, entre las 5 a.m. y 7 a.m. y por la tarde de 4 p.m. a 6 p.m.
Además de la Circunvalación, el informe Estado de la Nación nos dice que los cantones de la GAM que más han aumentado los tiempos de viaje son San José, Montes de Oca, Heredia, Escazú, Tibás, Goicoechea, Desamparados, Santo Domingo, Belén, Curridabat, Moravia y Santa Ana. En estos casos, se presenta un crecimiento mayor al 40%.
Es decir, si antes se duraba una hora llegando de la casa al trabajo y viceversa, ahora se tarda casi hora y media.
El asunto se pone color de hormiga si analizamos lo que es caer en esas presas cuando regresamos después de una estresante jornada laboral. ¿Cuánto se ve afectada la salud física y emocional?
Los expertos, además, midieron como las presas nos golpean el bolsillo, y estableciendo lo que un profesional gana, este pierde de $3 mil (¢1,7 millones) a $5 mil (¢2,9 millones) al año dependiendo de que tan congestionada esté la zona donde vive.
La vida es demasiado corta como para dejarla escapar metidos en un carro, por más chuzo que este sea.