Del lugar menos esperado nos llega una bonita lección. Esta brota, como la espuma de una fría, del bar Amigos, en Dulce Nombre de Cartago.
Don Mario Solano Méndez, dueño del local, hasta madrugó a Rodolfo Villalobos, el presidente de la Fedefútbol, quien está en un puro berrinche porque el Ministerio de Salud para permitir gente el domingo, en el partido Costa Rica-El Salvador, exigió la vacunación contra el covid-19 para poder entrar. Villalobos no la vio venir.
Y esa vacunación sí la exige don Mario. Al que se le abran las boquillas y quiera mandarse un tamarindazo en el bar Amigos, primero tiene que enseñar el carné de vacunación.
Y es así como este visionario cantinero, de 68 años, se adelantó a todos en Tiquicia. Incluso, las autoridades de salud todavía no han establecido la obligatoriedad de enseñar el carné para entrar a los comercios (como sí ocurre en otros países)
El cantinero también madrugó al diputado liberacionista Carlos Ricardo Benavides, quien desde la Asamblea Legislativa pelea por la obligatoriedad de la punzada para poder entrar a lugares públicos pero nada que avanza.
Y eso que don Mario se mandó valiente a pesar de la oposición de su hijo.
“Este es un bar de barrio y por ello tengo una clientela regular con la que, incluso, es común que hablemos de quiénes estamos vacunados y solo a uno le falta la segunda dosis, se la aplican la próxima semana. Otro me dijo ‘mae, la semana pasada no vine dos días porque me vacunaron’”, comentó el experimentado cantinero, quien lejos de reclamar como hacen la mayoría de sus colegas, más bien va un paso adelante, ejemplo que debería ser copiado.