Mil millones de colones costó el nuevo estadio de Limón, inaugurado en el 2009. Diez años después es un campo de guerra, solo daños.
La obra, a cargo del ICODER y de Japdeva, se perdió y ahora se requiere $1 millón para revivirla. La muni caribeña cierra los ojos.
Y con este antecedente como abre bocas, acerca del texto sustitutivo del proyecto de ley de creación del Gran Parque de Diversiones del Caribe, la Contraloría General de la República puso los puntos sobre las íes. Destaca la necesidad de plantear iniciativas para promover el desarrollo de la vertiente del Atlántico, pero no sin estudios serios.
Limón requiere iniciativas para estimular su crecimiento y, afortunadamente, viene acumulando plata para financiarlas gracias al pago establecido a la concesionaria APM Terminals. El fondo ya cuenta con unos $25 millones y recibirá $1.000 millones a lo largo de 30 años. Naturalmente, hay impaciencia por ver el resultado de las inversiones; sin embargo, ese no es motivo para hacer loco con la plata.
Entre las peores justificaciones está la del proponente del proyecto, diputado Eduardo Cruickshank, quien recordó que la creación del Parque Nacional de Diversiones sin estudios previos, en 1975, para defender la falta de esos exámenes en este caso. El razonamiento es incomprensible.
Si el parque josefino fue creado sin analizar su viabilidad, sus fundadores actuaron con temeridad. Si a pesar de eso tuvo éxito, las gracias se deben a la Providencia. Dejar la evaluación de la factibilidad para después de aprobada la ley, como sugiere el diputado, es poner la carreta delante de los los bueyes.