Dos historias para reflexionar ofrece La Teja. Una en la edición de este viernes y la otra mañana. La de hoy es la de la doctora María Fernández Argüello, quien atiende en el área de salud Santa Rosa en Pocosol, y la de mañana es la de don Melo, de 96 años de edad, y con 80 años de ser relojero. Él tiene cuerda y está en el Mercado de Alajuela.
La doctora María Fernández, de 43 años, y quien padece de leucemia sigue al pie del cañón atendiendo pacientes a pesar de estar en tratamiento y el riesgo que corre con el covid-19.
“Soy paciente (es atendida en el Hospital México), trabajadora, esposa, compañera y mamá. Estar cerca de las personas que me necesitan y hacer lo que amo se convierten en la mejor medicina que puedo recibir todos los días”. Esa es su actitud ante la vida.
A don Melo, cuyo nombre pocos conocen: Ricardo Samuel Araya Castillo, aunque la pierna izquierda ya no le funciona como hace 20 años, todas las mañanas acepta el reto de enfrentar el tiempo y asiste puntual a la cita.
Estos dos costarricenses nos llenan de orgullo y a pesar de las dificultades, son bendecidos porque tienen trabajo y lo valoran.
551.000 ticos no pueden decir lo mismo, están desempleados. Por eso se equivoca una vez más este gobierno, al igual que sus antecesores, de pretender sanear el faltante de plata a partir únicamente de nuevos impuestos, sin atreverse a realizar reformas profundas y socarse la faja.
Sin brete y hasta el copete de impuestos, solo a Carlos Alvarado se le ocurre. Ilumínalo Dios mío.