A Jonathan Prendas, diputado independiente, los legisladores de la Comisión de Gobierno y Administración le dieron pelota para hacer avanzar el proyecto para celebrar en Costa Rica el Día de Acción de Gracias, tradicional festividad estadounidense del último jueves de noviembre.
Ya entrados en gastos, por qué no oficializamos Halloween, el 31 de octubre, de por sí ya muchos ticos se disfrazan como locos. También podríamos copiar la impresionate celebración mexicana de El Día de Muertos, entre el 1 y 2 de noviembre, eso sí con picnic incluído sobre las tumbas.
Al final de cuentas a Prendas más que dar las gracias, que dicho sea de paso, las debemos dar cada día por solo el hecho de respirar, lo que le interesa es la actividad turística, ya que la iniciativa permitiría atraer extranjeros a festejar en “un país con un clima más cálido”.
Y es que donde nació este festejo, en lo que hoy es Massachusetts, las condiciones climáticas durante la celebración son más frías que las patas de un pingüino.
No hay que extrañarse de que el interés turístico esté sobre el verdadero trasfondo del festejo. El ejemplo más dramático fue la celebración de nuestro bicentenario.
Los doscientos años de vida independiente lejos de celebrarse como Dios manda el propio 15 de setiembre del año pasado, que cayó miércoles, se pasó para el lunes 20, para alargar el fin de semana.
Prendas no promueve el “Thanksgiving Day” para darle gracias a nadie, pero sí para que el sector turístico le dé las gracias a él.
Por qué no les levantamos el piso a nuestras propias celebraciones, a nuestras tradiciones, y las promocionamos como se debe tanto dentro como fuera del país. Así todos ganamos.