Honduras irá a sus cuartos Juegos Olímpicos consecutivos mientras Costa Rica queda fría, muerta, como un esqueleto luego de un merecido fracaso más.
Digo merecido porque el fútbol de Tiquicia se está estancando porque los dirigentes solo piensan en la plata y, lo peor, es que los formatos que se inventan invitan a jugadores y a técnicos a dar el mínimo.
El campeonato nacional está diseñado para crear más taquillas, pero ¿cuánto más fútbol?
Costa Rica es el único país del mundo que le prohíbe a un equipo ser campeón. O sea, aquí participan 12 conjuntos, pero solo 11 tienen la posibilidad de alzar la copa. ¡Parece increíble!
Además se inventan formatos que solo fomentan la mediocridad.
Veamos. Los equipos ya saben que cada seis meses pueden ser campeones con muy poquito, por eso contratan jugadores colmilludos y arman estrategias para pasar la primera fase dejando los pelos en el alambre, porque saben que el que haga cuatro buenos partidos en una segunda ronda puede ser campeón.
El formato nunca fomenta la excelencia, muchas veces no premia al mejor, al que más se esfuerza, o al que mejor juega; tampoco la constancia, ¡no!, campeoniza el que más mañas aprenda para jugar dos series de ida y vuelta y lo peor es que los futbolistas, técnicos y dirigentes juegan a eso.
“El primer lugar no vale de nada, con clasificar a semis es suficiente porque ahí es otra historia”, es el actual discurso de algunos jugadores, técnicos y hasta directivos para justificar cuando pierden.
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En el fútbol de primer nivel se busca ser mejor, ganar y volver a ganar, alcanzar un ritmo de competencia exigente; aquí cortan ritmo tirándose al suelo, perdiendo tiempo, simulando faltas y reclamándole al árbitro.
Con semejante mediocridad y con la pésima administración en la Fedefutbol, ¿cómo nuestro fútbol se va a superar?