Alexander Loría estuvo internado 22 días en hospital Monseñor Sanabria del Puerto. La atención del paciente le costó a la Caja ¢15,2 millones porque hizo lo que la mayoría de los ticos, atenderse en la casa la herida que sufrió en su pie derecho, la cual terminó mandándolo a una cama del hospital.
Pero el costo pudo ser mucho mayor para él y su familia porque casi pierde la pierna.
Y ese es el punto, no se vale arriesgar la vida por una situación, que bien atendida, no debería desvelar a nadie.
Pero no todo es culpa del paciente, la Caja, y en particular sus enfermeros, deben ser muy concientes del llamado que hizo Jeffrey Leitón, profesional en enfermería, durante el primer seminario sobre el control integral de heridas.
“Las heridas, úlceras, úlceras varicosas, quemaduras, lesiones por caídas, accidentes de tránsito son el pan diario de cualquier profesional en salud. Si son bien manejados le ayudamos al paciente en corto tiempo a recuperar su salud”, explica e insiste: “No se la juegue, porque si se deja la herida para curar en casa, corre el riesgo de que se le infecte y le amputen la pierna o hasta se muera”.
El llamado de Jeffrey también debe ser las autoridades de la Caja, que deben reconocer que con frecuencia los males de un paciente con una “simple” herida no son por su propio descuido, sino por la mala atención que recibe en los mismos centros de salud, empezando por los Ebáis, donde los funcionarios dan prioridad a otras atenciones, o simplemente el asegurado no va porque no hallará campo.