El diputado Jonathan Acuña es un claro ejemplo de que un amor de colegio puede convertirse en un amor para toda la vida.
Él y su esposa, Tatiana Martínez, se conocieron en el colegio Humanístico Costarricense y se hicieron novios cuando estaban en quinto año.
Luego de jalar por unos siete años, decidieron dar el importante paso del matrimonio, pero antes de hacer la propuesta, el legislador usó una táctica para asegurarse de no llevarse un chasco y evitar que lo fueran a rechazar.
“Recuerdo que un día fuimos a pasear a la playa y con cierto temor empecé a indagar cómo estaba el asunto para no llevarme un chasco. Ya para ese momento yo tenía tiempo de haberme independizado y sentía que podíamos dar el paso de casarnos. Tatiana reaccionó de buena manera y eso me hizo terminar de decidirme, poco después, ya formalmente, le pedí matrimonio delante de mi suegro”, recordó.
El legislador, del partido Frente Amplio, dice que su esposa es para él una confidente, una compañera y una persona de su entera confianza, algo muy difícil en la vida de un político. También representa un soporte en los momentos difíciles y su “lugar seguro” donde siempre encuentra la paz.
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Domar el ego propio
Acuña dice que lo más difícil en un matrimonio es solventar las diferencias, porque es normal que las dos personas tengan opiniones diferentes, pero si los valores centrales de ambos tiene los mismos cimientos, siempre se puede llegar a un acuerdo.
“Es difícil que uno aprenda a domar el ego propio, pero es necesario, así se pueden controlar las decisiones que se toman de manera consensuada entre ambos. El matrimonio es todo un reto y muchas veces, por el bien de la relación, es necesario desconectarse de todo para dedicar tiempo de calidad y salir del corre corre de todos los días”, aseguró el diputado.
El político dice que lo que más disfruta de estar casado es la compañía que le da su esposa y el amor que ella le demuestra siempre, al cual él intenta corresponder todos los días.
La pareja tiene dos hijas y la llegada de ellas ha fortalecido aún más su relación.
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“No digo que una pareja deba tener hijos para realizarse, pero en nuestro caso la llegada de mis hijas nos ha enriquecido mucho. No puedo explicar el amor que les tengo, es algo totalmente distinto a lo que había experimentado y que lo hace a uno asumir cualquier sacrificio sin pensarlo. Claro, también representan una gran responsabilidad y un trabajo en equipo en el que hay que repartir las labores”, relató.
Jonathan finalizó diciendo que lo más probable es que salga a comer un día de estos en la noche con su esposa para celebrar el Día del Amor y la Amistad, pero no cree que sea este martes porque los comercios acostumbran llenarse mucho.