Monseñor Daniel Francisco Blanco Méndez, el obispo auxiliar de la arquidiócesis de San José, heredó de su mamita, doña Zita Méndez, la cuchara y por eso hace unas chileras que saben a pura bendición del cielo.
Por estos días esas chileras son el gran pegue entre los sacerdotes y muchas familias de todo el país.
El padre Blanco Méndez también es el cura párroco de la parroquia de Nuestra Señora de El Carmen, en San José centro.
El emprendimiento realmente nació con tremendas bendiciones, porque el nombre oficial de “Chileras Chepito”, fue una recomendación de monseñor José Rafael Quirós como una dedicación a San José, santo patrono de la arquidiócesis.
“Este emprendimiento de las chileras nació en Navidad del 2021. Durante los primeros meses de la pandemia, en el 2020, me quedé solo en la parroquia El Carmen, porque el padre que vivía ahí se fue para Cartago y me tocó quedarme a vivir.
“Como se cerraron las iglesias no había ni sacristán, ni cocinera; en fin, me tocó cocinarme. Yo aprendí a cocinar gracias a mi mamá y como en casa (en San Isidro de Coronado) ella nos enseñó a cocinar a todos (son 4 hermanos, 3 hombres y una mujer, la más pequeña), pues no fue problema. Incluso, como a todos nos encanta el chile y por eso siempre mamá hace chileras, me puse a hacer yo, pero solo para mí”, explicó el sacerdote.
La mamá es una artista para hacer repostería y conservas, comentó monseñor; le quedan deliciosas las jaleas, mermeladas y encurtidos, de ahí heredó la buena cuchara.
Además, de lo que aprendió en Coronado, cuando estudió en Roma, Italia, siempre buscó que le enseñaran la cuchara italiana en las parroquias a las que iba. Por eso, como él mismo dice, la gente le aplaude las pastas y el risotto.
Ya para la Navidad 2021, monseñor pudo compartir sus chileras con otros sacerdotes y personal de la emisora católica Radio Fides. Fue así como poco a poco los padres y otras personas quedaron encantados con el sabor de las chileras y le advirtieron que debía hacer para vender porque saben sabrosísimas.
Cuando ya la pandemia permitió reuniones más grandes, los obispos realizaron lo que se conoce como asambleas ordinarias, en las cuales todos los del país se reúnen por una semana. En el 2021 fue en la Escuela Social Juan XXIII en Tres Ríos.
“Fue en una reunión ordinaria de obispos que yo llevé mis chileras y a todos les gustaron, porque son chileras que ayudan a resaltar el sabor de la comida. No son picantes en extremo que más bien cuesta seguir comiendo.
“Los obispos ya me comenzaron a decir más en serio que las chileras debían venderse porque estaban muy buenas y fue así que en diferentes canastas con productos de emprendedores se pusieron varias de mis chileras y, poco a poco, ha ido creciendo el grupo de gente a las que les gusta lo que hago”, asegura monseñor.
La pasión por el chile en la familia del sacerdote nació con doña Zita, ella es una excelente cocinera y en una ocasión viajó a México y ahí aprendió algunos secretos para hacer chileras rojas y verdes. De hecho, en la casa de ella siempre hay una chilera esperando para que alguna visita disfrute un gallito con buen chile.
“Como le dije, heredé la cuchara de mamá. Eso sí, poco a poco, he ido metiendo mis propios ingredientes, por eso tengo una chilera a base de uchuva (fruta) con chile panameño. Es una mezcla dulcita y bien picantita.
“También tengo una de chile jalapeño con chile panameño, esa es para quienes sí les gusta bastante el picante, a esos que les encanta que la chilera les pique mucho”, nos comenta el padre Blanco.
Monseñor tiene 49 años y cuando arrancó con las chileras en tiempos de pandemia le sobraba tiempo, pero desde finales del 2022, el asunto de la cocinada se le ha complicado porque como ya todo volvió a la normalidad, le queda poquito tiempo para las chileras; sin embargo, él no afloja, aprovecha algunas mañanas para sacar los pedidos.
En la Navidad pasada sí tuvo que fajarse duro porque debió hacer más de 100 chileras.
Lo que vende el obispo auxiliar es una muy buena mezcla de amor con pasión, porque los precios son más que simbólicos. La chilera pequeñita vale 500 colones y las medianas, 1.300 colones.
“La idea es recuperar la inversión y ganarse un poquitico, no es un asunto de venderlas carísimas, no, prefiero un buen precio y que la gente esté feliz y disfrute”, aseguró.
Si usted quiere probar una de estas chileras hechas por monseñor le contamos que todo lo que el padre recauda es para ayudarle a la parroquia El Carmen, él no se deja ni un cinco. Pídalas a los teléfonos: 8362-3235 / 8390-9041 y 8423-6262.