Cuando tenía nada más 27 años Martha ya era una viuda y tenía cuatro hijos a cargo. Sus sueños no eran ya una prioridad porque estaba primero el bienestar de sus hijos, debía enfocarse en ellos para hacerle frente al desafío de atenderlos sin el esposo al lado.
No fue una tarea para nada sencilla y debió trabajar muchi. Estudió lo que pudo, pero no logró alcanzar muchos de los sueños con los que había fantaseado toda su vida, pero eso podría cambiar. Ahora que su hijo menor está a poco tiempo de terminar su carrera universitaria y ella está a punto de "terminar" la labor que se propuso el día en que se enteró que su esposo había fallecido.
Martha sueña con subirse a un escenario y ser parte de una compañía de teatro. Este anhelo, que por muchos años pareció lejano y casi imposible, hoy le llena la mirada de ilusión y de ganas de explorar cosas nuevas.
"Lo mío es el teatro, no sabe las ganas que tengo de que algún día me pueda subir ahí e interpretar algo, aunque sea una vez", dijo con la voz entrecortada por la emoción.