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“No necesito mis piernas porque no recuerdo cuando las tenía”

Cuando tenía 4 años, Kevin Solano estuvo a punto de morir en el centro de San José

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Este joven paveño no le pone límites a nada y dice que lleva una vida normal. Foto: Melissa Fernández. (Melissa Fernández)

El 12 de febrero de 1993 Kevin Solano estuvo a punto de morir. Un bus le pasó por encima y debido a eso fue necesario amputarle las piernas a la altura de la cadera.

Kevin cuenta hoy que ha buscado por todos los medios al chofer que manejaba el vehículo pero no ha tenido éxito.

“No voy a mentir, sí estaba molesto con mucha gente, pero no renegué. Al chofer quiero decirle que lo que me pasó no fue su culpa y si el tiene culpa, yo ya lo perdoné”, afirma.

Cuando ocurrió el accidente Kevin tenía 4 años. Ahora, con 30, dice que no recuerda cómo fue exactamente el accidente. Lo que sabe es lo que su familia le ha contado.

Aquel día de 1993 a las 4:30 p.m., Kevin y una tía, dos primas (de 15 y 16 años) y un primito de su edad regresaban de visitar a un familiar en Cartago y se disponían a volver a su casa en Lomas del Río, Pavas.

Cuenta que camino a las paradas de los buses de Pavas pasaron antes por el parque Morazán porque era el recorrido que a la tía más le gustaba.

“Mis dos primas nos estaban cuidando a mí y a mi primo, una de ellas cruzó la calle con mi primo, yo estaba al otro lado y en eso él me llamó. Yo me zafé la mano de mi prima, crucé la calle, me resbalé y el bus me pasó por encima, me explotó las piernas”, detalla.

El baloncesto es su pasión. Foto: Melissa Fernández. (Melissa Fernández)

Lo que le sucedió no lo califica como una desgracia. Al contrario, lo ve como una prueba que Dios les puso a él y a su familia.

“Esto fue una bendición, así lo describo, porque si no fuera por eso posiblemente no iba a valorar muchas cosas que ahora sí valoro y además que por mi edad y por las lesiones que tenía debía morir y no fue así. Dios me dio otra oportunidad”, comenta.

Después del atropello lo llevaron al hospital de Niños, donde los médicos, trataron de salvarle las piernas.

Al principio parecía que lo iban a lograr, sin embargo, una semana después una gangrena y una infección en las dos piernas obligaron a los doctores a empezar a cortar.

“Los doctores lo intentaron pero no pudieron hacer nada. Fueron varios días así hasta que me las amputaron”, detalló.

El accidente le arrancó las piernas pero no sus ganas de vivir. Ilustración: Juan Carlos Alpízar. (Juan Carlos Alpízar)

El proceso duró mes y medio. Kevin no lo recuerda con detalles, pero los papás le han dicho que fue un tiempo de mucho sufrimiento para ellos pero especialmente para él y la recuperación lo obligó a permanecer seis meses internado.

“Difícilmente una persona adulta recuerde cómo era su vida cuando tenía cuatro años, pero sí recuerdo que cuando estaba en el kínder sufrí mucho”, cuenta Kevin.

Un año después del accidente entró a preescolar y asegura que fue la etapa más complicada que ha vivido porque experimentó el rechazo.

“Primero estuve en uno privado, me hacían llorar y sufrí bullying solo porque no tenía piernas. Luego me pasaron a uno público, que es el que está en la escuela Carlos Sanabria, en Pavas. Ahí también cursé la primaria y fue diferente, los compañeros me aceptaron y hasta hoy muchos siguen siendo mis amigos”, contó.

Esos pequeños se convirtieron en sus fieles acompañantes durante esa etapa, hasta que ingresó al colegio Rincón Grande de Pavas en 2001 y volvió a sufrir por las burlas.

“Para mí era difícil porque me veían extraño, no pude terminar el colegio, llegaba a mi casa a llorar porque no entendía lo que esas personas me hacían, pero no me eché a morir”.

Sin rencores y sobresaliente

Contrario a lo que muchos podrían pensar, Kevin no le guarda rencor al primo que lo llamó para que cruzara la calle ni al chofer que manejaba el bus que lo atropelló. Cree que ese era su destino y que tarde o temprano iba pasar.

Su caso no llegó a juicio ya que no encontraron culpables, pero para Kevin eso no es importante porque dice no necesitar las piernas porque sin ellas ha llevado una vida normal.

“No recuerdo cuando las tenía, para mí es como si hubiera nacido sin ellas aunque la realidad es otra porque según me han contado tuve que aprender otra vez a moverme y a sobrevivir sin piernas”, detalla

Lo que dice es cierto, mejenguea con sus compas del barrio y además, desde los 18 años, integra la selección de baloncesto de Costa Rica sobre silla de ruedas.

“Para mejenguear soy más o menos (risas), juego con las manos, corro y hasta hago goles. En baloncesto soy mejor, he participado con la selección en torneos internacionales en México, Nicaragua y Panamá”, destacó.

Kevin ha sido invitado algunas veces a levantamiento de pesas y él se ha apuntado. Foto: Cortesía.

Motivador y ejemplo de vida

Para Kevin, las únicas limitaciones que hay están en la mente. Para él no tener piernas no es un impedimento, más bien se exige más para lograr un objetivo.

Esto lo llevó a ser un reconocido motivador que ha viajado por todo el país para contar su historia.

“Al principio no sabía ni qué decir, lo que pensaba era que no podía decirle a un grupo de cien o doscientas personas lo que me había pasado porque ellos ya tenían sus problemas, pero la vida y Dios me mostraron que yo les podía ayudar. Llevo cinco años contando mi testimonio y mucha gente se me ha acercado y me dice que gracias a lo que les dije superaron un problema”, agregó.

Berni Navarro, vecino y mejor amigo de Kevin, lo conoce desde que tiene uso de razón, incluso lo recuerda con piernas.

“Aquí en el barrio jugábamos como cualquier otro niño, cuando le amputaron las piernas para mí era normal, solo que tenía que tener cuidado por su recuperación”, contó Berni.

Agregó que cuando algún otro pequeño le hacía una broma a Kevin, él no se dejaba.

“No recuerdo haberlo defendido porque él se defendía solo, una vez se agarró con un vecino y los dos terminaron en el suelo. Él siempre ha sido un luchador y a pesar de que podría estar en desventaja por no tener piernas, uno se da cuenta de que no es así”, comentó el amigo.

Kevin espera que su historia impacte a más personas, especialmente a las que por un accidente perdieron alguna extremidad. Si usted desea contratarlo para que cuente su historia lo puede hacer llamándolo al número de teléfono 6058-6960.

Esta foto le fue tomada a Kevin poco antes del accidente. Foto: Melissa Fernández. (Melissa Fernández)

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