Los niños y adolescentes que viven en un hogar donde la violencia intrafamiliar es pan de todos los días, por lo general, son los únicos testigos de las agresiones que sufren sus madres por parte de sus padres.
Elizabeth Ballestero, sicóloga del Patronato Nacional de la Infancia (PANI), reconoció que en la mayoría de las ocasiones son los pequeños quienes se convierten en los enfermeros y consoladores de sus mamás tras las golpizas.
Además, aseguró que aunque los hijos en algunas oportunidades no son agredidos físicamente, el solo hecho de que esté presente al momento de los ataques genera un trauma psicológico.
“Un niño al ver que a su mamá la están agrediendo lo que trata de hacer es frenar la golpiza, algunos que son más pequeños solo lloran y al final son ellos los que se hacen cargo de sus mamás”, afirmó la experta.
“Una de las consecuencias directas que produce en los niños es que ellos también reproduzcan las agresiones, por ejemplo, con otros niños o con animales, esto podría trasladarse a la edad adulta donde lo pueden ver como algo normal”, continuó la sicóloga.
¿Cuál es la solución?
La funcionaria explicó que la solución no es que la mujer se esconda, sino que el agresor busque ayuda.
“La mujer antes del partido puede irse a otro lugar y regresar con sus hijos cuando termine el partido, pero ese no es el remedio, el remedio es que la persona que tiende a golpear busque asesoría profesional”, destacó.
Eso sí, Ballestero recomendó denunciar este tipo de situaciones desde el primer momento en que aparezcan.