Niños de la Zona Sur emprendieron una caminata de más de 120 kilómetros para pedir y agradecer un milagro a la Virgen de Los Ángeles.
Uno de ellos es Ryan Chacón Cubero, un niño de 10 años, quien gracias a su fe y la de sus padres logró vencer el Legg-Calvé-Perthes, un trastorno de cadera en la que se produce una debilidad progresiva de la cabeza del fémur y que puede provocar una deformidad permanente de la misma.
Hace siete años el pequeño y su familia fueron sorprendidos con el diagnóstico, y decidieron empezar a hacer la romería cada año desde Coto Brus.
“Ha sido muy valiente, ayer quedamos de últimos y le insistieron en que subiera a la ambulancia y la buseta, pero no quiso. A los dos años noté que tenía un problema; a los tres años dejó de caminar unos días. Lo llevamos y nos dieron el diagnóstico y empezaron las oraciones. Nos hablaron de cirugías, de internamiento, de férulas y nunca, nunca ha estado ni siquiera internado, a pura virgen”, contó la madre del niño.
Para ella es una gran felicidad y un milagro ver que su hijo lleva una vida normal, y por eso cada año los tres hacen la romería con mucho esfuerzo y fe para agradecerle a la Negrita que Ryan esté en perfecto estado y se haya librado de tanto dolor a pesar de su diagnóstico que, científicamente, no tenía cura.
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Otra familia que se animó a ofrecerle la gran caminada a la Virgen fue la de Matías Sibaja, otro niño de 10 años, quien junto con su papá caminó 120 kilómetros, por gusto propio y fe por la Negrita.
“Venimos desde Pérez, él viene muy entero, mejor de lo que uno esperaba. Fue una decisión totalmente de él, venimos con fe y mucha convicción. Esta es la primera vez que viene, le fue demasiado bien, viene con todas sus fuerzas y le sobra capacidad”, explicó Jorge Sibaja, papá del menor.
Matías nos contó que, aunque a los dos les pegó fuerte el frío del Cerro de la muerte, él tenía muchas ganas de hacer la romería para agradecerle a la Negrita.
“Vine más que todo para agradecer a la virgencita. Me sentí bien, gracias a Dios. Llegamos bien, el Cerro estuvo fuerte, muy frío, pero no nos mojamos. Gracias a Dios llegamos bien”, contó pequeñín, quien es amante del fútbol y una gran promesa por la banda derecha.
A ambos pequeños, además de su amor y fe por la Negrita, los une la pasión por los deportes y por los estudios, por lo que apenas vuelvan a la zona sur deberán ponerse las pilas para recuperar los días de clases que han perdido por visitar a su amada virgencita.