Es cerca de la medianoche del 10 de noviembre del 2013 en el Hospital de Niños.

Alguien llama al capellán para que le imponga los santos óleos a Paula Quirós, una chiquita de apenas 11 años que había sido atropellada por un carro y a quien le habían quitado el riñón derecho y además tenía quebrada la pelvis, la tibia, el peroné, y cuatro costillas.

“Señora, ya no hay mucho que hacer, es mejor que se resigne. Lo más probable es que su hija no pase de esta noche, por eso vamos a llamar al capellán”, le dijeron a doña Marielsi Fallas, la mamá de Paula y quien de inmediato se puso a llorar.

El drama había comenzado un día antes a eso de las 2 de la tarde en Montelimar de Turrubares (a 20 kilómetros de Jacó), donde Paula fue atropellada por un carro durante la penúltima etapa del campeonato nacional de rally.

El carro número 10, manejado por el piloto Erick Bacherer y con Marco Carvajal como copiloto, derrapó en una curva y se fue contra un zacatal.

Justo allí estaban Paula y su amiguita Olga Sequeira (quien sufrió fractura de cadera, del peroné derecho, donde le pusieron cuatro pines y la muñeca izquierda).

“Me acuerdo que ese día me levanté muy contenta porque en el pueblo había fiesta por la competencia de rally. Tenía que vender unos números para ayudar a la comunidad y rapidito los vendí, por eso pedí permiso para ver tanto carro y gente de San José que llegó", recuerda Paula.

Aquí cuenta algo que había ocurrido tiempo antes de aquel día que marcó a la familia.

“La virgen de Guadalupe me avisó que algo iba a pasar. Varias semanas antes del accidente me comencé a soñar con ella todos los días. Incluso comencé a dibujarla y hasta hice una virgencita de barro... ¡todavía la tengo!”, cuenta.

“Fue algo extraño, no tengo ni idea por qué comencé a soñarme con la Virgen, pero sí sentía que todo estaría bien pasara lo que pasara. Por eso, aunque lo mío fue un accidente muy feo puedo asegurar que casi no sentí dolor”, añade.

Aquel 9 de noviembre, llena de ilusión, Paula se acomodó al lado de la calle.

“Y ya no me acuerdo de nada más”, detalla.

"Lo siguiente fue que me desperté en una cama del Hospital de Niños doce días después, creyendo que iba en bus porque el reflejo de las ventanas de la habitación me confundió”, añade.

“También, casi de inmediato, me acordé de los sueños que tuve con la Virgencita de Guadalupe y comprendí que ella como que me estaba avisando que algo iba a pasar, pero que no me preocupara, que ella estaría a mi lado. Siempre he sentido eso, que ella permitió que la viera en sueños para que entendiera que me tendría agarrada de la mano”, afirma.

Santos óleos

Doña Mariaelsi vivió la experiencia de una manera muy distinta, sin preavisos.

“La misma noche del accidente fue tremenda, muy duro. Realmente creí que Paula no iba a amanecer. Una de las cosas más difíciles de mi vida ha sido ver cómo el capellán del Hospital de Niños le ponía los santos óleos a mi hija, cuando eso pasa le están dejando a una claro que esa persona va a fallecer... Fue demasiado duro”, explica.

Don Johnny Quirós, el papá, también vivió los días más duros de su vida.

“Yo fui el primero de la familia que llegó al accidente, recién acababa de suceder, sinceramente a como la vi esperé lo peor, sin embargo, faltaba lo peor.

“Justo a las cuarenta y ocho horas del accidente Paulita se complicó, ya nos habían advertido que esas horas eran fundamentales. Entonces los doctores nos reunieron y nos dijeron que la iban a operar en Cuidados Intensivos porque no se podía ni siquiera llevar al quirófano... tuvimos que firmar unos papeles, fue la firma más amarga de mi vida, sentí que estaba firmando la muerte de mi hija”, dice don Johnny.

De aquellos días amargos solo hay fotos de recuerdo, alguna que otra cicatriz y la motivación de Paula por agradecerle a la Virgen de Guadalupe por permitirle seguir en este mundo.

“Vivo feliz y no me limito, incluso pude disfrutar estar en un grupo de baile folclórico de la zona y en la banda de Garabito… hasta en el Festival de la Luz he participado”, dice.

Un tío nuevo

Después de dos años de recuperación la vida de Paula volvió a la normalidad. Asegura que tuvo muchos ángeles que le ayudaron a recuperarse puras tejas y uno de ellos fue el piloto que manejaba el carro que la atropelló.

“Jamás la abandoné, siempre estuve presente en todo su proceso. Para mí y toda la familia del ralismo costarricense fue un golpe durísimo, por eso estuvimos muy cerquita y gracias a que estuvimos logramos consolidar una relación. Paula es como una sobrina y ella, digamos, que me ve como un tío", dice Bacherer.

“Ese capítulo tan amargo para todos se convirtió en la oportunidad de unir gente de zonas muy alejadas, con costumbres muy distintas y volverlas familia.

"Por siempre llevaré el recuerdo de ese accidente, al mismo tiempo por siempre llevaré la alegría de ver a Paula feliz, cumpliendo sueños y avanzando positivamente en su vida”, agrega el piloto.

El piloto se refiere a que Paula hace bachillerato este año y tiene metas universitarias como la de ser anestesióloga o tal vez asistente de laboratorio.

También se refiere a que su “sobrina” se mantiene firme al lado de Dios, como joven que es ha estado presente en Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia (2016) y en la de Panamá (2019).