Amanda Quesada Ramírez tiene 10 añitos y un gran plan para ayudar a los demás.
Un día, durante una cita en el Hospital de Niños, se enamoró de un proyecto que vio y que consiste en llenar recipientes, en forma de corazones, con tapitas de botellas de plástico que luego serán usadas en algunas playas como pasarelas para que por allí se desplacen personas en silla de ruedas y se acerquen al mar.
Esta vecinita de Tuetal Norte de Alajuela y estudiante de quinto grado de la escuela Mariana Madrigal de la O, fue al centro médico el pasado 10 de junio y ahí nació su ilusión de sumarse a tan noble causa.
SSujey Ramírez Marín, la mamá de la chiquita, nos contó que en mayo Amanda comenzó a sentir fuertes dolores del lado derecho de la cabeza. Le hicieron un mal diagnóstico, primero le dijeron que tenía leptospirosis y al final terminó con varios estudios que mostraron un bultito en el cerebro que todavía deben estudiar con una biopsia.
“El día que fue donde el neurocirujano, Amanda, quien es muy sensible, lloró varias veces al ver a niños de su edad, o menos, con duras enfermedades y también vio el corazón de metal.
LEA MÁS: Escuelita evita que pacientitos del Hospital de Niños no se atrasen en sus estudios
“Cuando le explicaron que las tapitas las usarían para ayudar a otras personas a disfrutar el mar, Amanda hizo de ese proyecto de la Asociación Red Costarricense de Turismo Accesible (se conoce como Donatapa), como si fuera de ella”, detalla la mamá.
Por eso, una vez de regreso en la casa le dijo a Isaac, su hermanito menor, y a un primito, que le ayudaran a buscar botellas plásticas vacías para quitarles las tapitas y comenzar su reto personal de llenar el corazón del Hospital de Niños.
“Estoy segura de que voy a llenar ese corazón y también cincuenta más. Quiero ayudarles a otras personas que lo necesitan y por eso no voy a dejar de recoger tapitas hasta que cumpla. Uno debe ayudar a los demás siempre que pueda”, dice Amandita con una gran seguridad.
La mamá de la niña es sobreviviente de cáncer de páncreas. Hasta hace poco estuvo en guerra por su salud y ya la ganó porque en los últimos exámenes salió sin nada. Esa buena noticia llenó de alegría a la familia que ahora apoya a Amanda con su misión.
“Ella (Amanda) es muy alegre, le encantan las barbies y compartir con los demás. Es una niña muy sensible que llora cuando ve a otra persona sufriendo.
“Cuando yo estaba en plena lucha con el cáncer, en la etapa de quimioterapia se me cayó el pelo y Amandita quería cortarse el de ella, pero no la dejamos; entonces agarró una de sus barbies y la dejó pelona, le puso un pañuelito y me la dio, me dijo que esa sería mi barbie, así es ella de especial”, detalla.
LEA MÁS: Herediana transforma tapas plásticas recicladas en anteojos lindísimos
Amandita ya casi no tiene dolores de cabeza y está yendo a clases con normalidad. Eso sí, sigue guardando cada tapita que se encuentra o que le regalan para cumplir su meta.
Mucha ayuda. Como la mamá publicó en redes sociales el objetivo de su hija, ya muchas personas se apuntaron a ayudarle.
La gente de Coopesiba, la cooperativa que administra las áreas de salud de San Pablo y Barva de Heredia, que tienen un corazón de metal que llenar, tuvieron la genial idea de donárselo a Amanda; son 36 kilos de tapitas que le darán en estos días.
María José Ramírez, del departamento de prensa del Hospital de Niños, nos explicó que ellos tienen en estos momentos en el centro médico dos corazones y un piecito de metal: uno está en la entrada principal del edificio de hospitalizaciones, el otro en Consulta Externa y el piecito en la zona donde se hacen los tamizajes.
El corazón que vio Amandita el 10 de junio corresponde a la segunda tanda que el Hospital de Niños lucha por llenar. Hace como dos meses le entregaron a la gente de Donatapa 67 kilos de tapas.
LEA MÁS: Rescatan a Cieneguita por medio del turismo
Don Emilio Zúñiga Cubillo, presidente de la Asociación Red Costarricense de Turismo Accesible, recordó que Donatapa nació en el 2018.
Es una red en la cual participa la mayoría de hospitales de la Gran Área Metropolitana poniendo corazones de metal en la cual la gente echa tapas plásticas.
LEA MÁS: ¡Qué bonito lo bonito! Papá volvió a sentir el mar 25 años después
Las tapas se llevan a una planta procesadora en Naranjo donde las transforman en tablas como si fueran de madera y arman luego las pasarelas. En varios sitios naturales del país, entre ellos el parque nacional Cahuita, existen esas facilidades para quienes no pueden llegar al agua caminando.
Asegura don Emilio que desde el 2018 a hoy han recibido unas 150 toneladas de tapas. Eso significa mucho plástico que no contamina nuestros ríos, bosques y mares.