Donaldo Alfonso López Novoa es un nicaragüense que tomó una difícil y arriesgada decisión que cambió su vida para siempre.
Él renunció a la posibilidad de casarse y formar una familia, como lo hicieron sus amigos, porque quería perseguir una ilusión que le palpitaba en el pecho: ser sacerdote.
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Por circunstancias de la vida, esa decisión lo trajo hace tres años a Costa Rica, y aquí acaba de dar un gran paso en el camino hacia su sueño, ya que se convirtió en diácono.
Donaldo siente que tomó la decisión correcta al elegir su vocación y, aunque extraña a su familia, confía en los planes de Dios.
“Toda esta historia vocacional empezó en la parroquia San Martín de Porres, en Nueva Guinea de Nicaragua. Recuerdo que los encuentros de niños líderes de Infancia Misionera me llenaban mucho, que inspirado en Santa Teresita del Niño Jesús y San Francisco Javier quería ser misionero, era un ardor profundo en mi corazón que pocas veces expresaba, porque no sabía cómo podían reaccionar amigos y familiares.
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“Durante un tiempo estuve sirviendo en la coordinación de grupos juveniles en una comunidad de esa parroquia. Luego, a los 17 años, me fui a vivir con mi familia a Río San Juan de Nicaragua. Era otra diócesis y mi familia y yo empezamos a servir en una comunidad llamada San Vicente de Paúl”, recordó.
En ese nuevo sitio recibió muchas formaciones en la fe y también trabajó bastante duro en la obra de Dios; estuvo en la Pastoral Carcelaria, era el encargado de hacer horarios para llevarles comida a los presos que estaban en unas pequeñas celdas, sobre todo, los domingos que no tenían quien les cocinara en la cárcel.
Llegó el llamado del Señor y aun con dudas dio el “sí”
A los 21 años, el párroco de esa parroquia le hizo la propuesta de entrar al seminario y sintió una gran confusión.
“Le voy a ser claro, no fue fácil, porque ese verbo, que todos conocemos, ‘dejar’ no es fácil; estaba gestionando una beca que ya se había aprobado para irme a estudiar medicina a Cuba y por alguna razón no se dio. Pensaba en mi familia, podía mejor trabajar y casarme, como todos mis amigos que ya lo estaban haciendo, pero Dios tenía algo preparado para mí, muy grande. A veces, por las noches oraba y lloraba pidiendo a Dios discernimiento”, expresó.
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Sobre cómo tomó su familia la decisión de que quería ser cura, dijo que siempre sintió apoyo y comprensión.
“Fue dura la despedida, porque hemos sido unidos. Aunque no me lo decían, se sentían los latidos del corazón de algunos de ellos, que me querían decir no te vayas. Otros lo tomaron a bien y me dejaron tomar mi propia decisión, pero todos siempre me apoyaron”.
Todavía con dudas, Donaldo dio el sí y el 6 de febrero de 2016 ingresó al Seminario Menor San Juan evangelista, de la Diócesis de Juigalpa (Nicaragua).
“Estuve ahí hasta el 2021 cuando terminé la primera etapa que es la Filosofía. La idea de venirme a terminar la Teología al Seminario Nuestra Señora de los Ángeles, acá en Costa Rica, no fue fácil; como bien saben, la situación sociopolítica y religiosa en Nicaragua es muy compleja.
“Vi la situación como una oportunidad para seguir discerniendo mi vocación en el extranjero. Tuve otras opciones, España o México, pero no me arriesgaba a irme tan lejos pensando en que mi familia es esencial y ha sido indispensable y muy necesaria en mi proceso vocacional”, agregó.
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Llegó a la Diócesis de Ciudad Quesada en el 2022, después de haber dialogado personalmente con monseñor José Manuel Garita. En el 2024 terminó sus estudios teológicos.
Ha servido en la diócesis de Ciudad Quesada, en las parroquias de San José de Aguas Zarcas, San Roque, San Antonio de Pital, y Catedral San Carlos Borromeo.
Una etapa llena de ilusión
El sábado 8 de febrero, la Catedral de Ciudad Quesada vivió la ordenación diaconal de Donaldo. “El corazón habla al corazón” es su lema diaconal.
El religioso aprovechó la celebración para hacer un llamado a los jóvenes a decirle sí al Señor, sin importar las consecuencias ni los miedos que él mismo sintió hace unos años.
“De eso se trata abrazar la cruz, a ejemplo del acto de amor más elevado que hizo Jesucristo, abrazó la cruz para salvarnos a toda la humanidad. Jóvenes, dejen al Maestro ser su Señor de sus vidas e historias, no importa la historia, sea clara u oscura, nada más recuerden que la respuesta de toda vocación antes va cargada de perdón y pura misericordia de Dios que nos perdona y libera, para que también nosotros compartamos amor y misericordia con nuestros semejantes”, manifestó.
Este año el diácono estará sirviendo en la parroquia San Rafael Arcángel de Guatuso, a pedido de Monseñor Garita.