Ana Cruz Acevedo es una nicaragüense bien valiente que se vino para Costa Rica hace 27 años y aunque se encontró con un montón de obstáculos, no se arrugó y decidió echarle ganas para construir una nueva vida.
Ella nos contó que en 1997 tomó la decisión de seguir el ejemplo de sus hermanas y viajar a Costa Rica para estudiar y trabajar.
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Ana cuenta que no había podido terminar el colegio y esa era una sus prioridades. Viajó a Costa Rica con la intensión de hacerlo, pero cuando llegó vio que la cosa no era tan fácil como creía.
“No me fue tan fácil conseguir trabajo, solo encontré como trabajadora doméstica y eran trabajos en los que había que dormir en las casas.
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“Hace 27 años no era tan fácil estudiar, ahora dan clases de bachillerato por madurez y todo eso, pero bueno, logré que mis patrones me dieran permiso de salir en las noches a estudiar y así pude sacar el bachillerato", relató.
La mujer cuenta que ahora trabaja en unas instalaciones que alquilan para retiros espirituales de distintas iglesias, ella atiende a los huéspedes y se encarga de la limpieza del lugar y le queda bien porque está cerca de su casa, en La Unión de Cartago.
Crisis le abrió la puerta a nueva oportunidad
Ahorita ella se siente bien con su trabajo, pero en pandemia la vio fea porque le bajaron el salario, así que tuvo que buscar otro ingreso.
“La pandemia fue muy dura para mí, perdí a mis papás por el covid-19, ellos estaban en Nicaragua y ni siquiera pude ir a despedirlos, aún no me repongo de eso, mis papás eran mi prioridad.
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“En el 2020, por lo que pasaba en el mundo, me bajaron el salario y mi esposo y yo estábamos a punto de sacar un préstamo para comprar un lote, así que buscamos la manera de generar dinero. Se me ocurrió hacer pan, algo que hacía con mi familia en Nicaragua y gracias a Dios me fue bastante bien, aún sigo con ese negocito, le pusimos de nombre “Panadería la sin Rival", me hacen encargos y hacemos entregas a domicilio los sábados, eso me ayuda a apagar la hipoteca", contó la pulseadora.
Ana hace varios tipos de pan: picos, semillas o manjar, pan francés, tortilla dulce o perereque, rosquillas y viejitas, también polvorones, todos típicos de su natal Nicaragua.
La mujer contó que la platica que hace con el pan que vende también le pega un empujón para comprar medicamentos, ya que siempre ha padecido una dolorosa enfermedad llamada endometriosis.
Este padecimiento se da cuando células del revestimiento de la matriz (útero) crecen en otras zonas del cuerpo. Esto puede causar dolor, sangrado vaginal abundante y problemas para quedar embarazada.
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“Ha sido una enfermedad muy difícil porque se sufren dolores muy fuertes y en ocasiones los doctores creen que uno exagera o la confunden con otras cosas como gastritis. En el 2016 sufrí las peores crisis y no podía ni levantarme de la cama del dolor.
“En mi caso el endometrio está cubriendo mi intestino, el aparato reproductor y el ano, es muy doloroso. Gracias a Dios este año estamos logrando que la Caja Costarricense de Seguro Social nos recete la medicina que nos ha dado un poco de calidad de vida, ya que no existe una cura para esta enfermedad”, contó la nicaragüense.
Si usted quiere probar los delicioso panes nicaragüenses que hace Ana, puede contactarla a los teléfonos 8382-4579 o 84076248.
Ella dice que pese a que la medicina tiene sus efectos secundarios, la ha ayudado bastante con los dolores, lo que le permite tener una vida más tranquila.
Luz pertenece a la Asociación de Mujeres con Endometriosis (Aendocr), su esposo, Alejandro Lara, también forma parte y siempre la ha apoyado con el padecimiento.
Pese a sus complicaciones de salud, Luz es de esas mujeres que no se queda quieta, ella es creyente y los domingos se convierte en maestra de la escuelita dominical de su congregación.
“Disfruto enseñarle a los niños la palabra de Dios, Él me da la oportunidad de hacerlo y yo no la desaprovecho.
“Me gusta estar ocupada y trabajar para no andar en el chisme, pienso que eso lo aleja a uno de lo malo”, aseguró la valiente.
Ella dice que quiere vivir el resto de su vida en Costa Rica porque se ha enamorado de esta tierra. Siempre ha sentido que los ticos son educados y hospitalarios y le parece que la belleza del país es única y por eso cada vez que puede se va a conocer un lugar nuevo.
“Estoy muy agradecida con este país por todo lo que me ha dado, vivo feliz aquí y ya no me veo fuera de esta linda tierra".