Katherine Hernández Marcerano es una multicampeona del futsal costarricense y, como ella misma dice, orgullosamente nació en Granada, Nicaragua, de donde se vino a nuestro país cuando tenía 8 años.
Nació el 3 de marzo de 1991 y el kínder y primer grado lo hizo en la escuela Lorenzo Guerrero de Granda. Es hija de doña Flor de María Marcenaro y don Albin Hernandez Rocha; tiene dos hermanos.
Llegó con su hermana menor un año después de la mamá, quien viajó sola para ver cómo estaba la cosa, ya que el objetivo siempre fue un mejor futuro porque en Nicaragua solo el papá trabajaba y no alcanzaba el dinero para terminar el mes con comida en la mesa.
De Granada en Nicaragua la familia pasó a Lomas del Río en Desamparados. Recién llegando y Katherine comenzó con los obstáculos, no le reconocieron el primer grado y tuvo que volverlo a llevar en la escuela Sor María Romero de Lomas y terminó en la Escuela de San Jerónimo en San Rafael Arriba. Hizo el colegio en el Liceo Monseñor Rubén Odio.
“Como mi hermana (Jennifer) y yo llegamos al país con 7 y 8 años, el acento nicaragüense era muy marcado y por eso sufrimos bullying, sobre todo mi hermana que era más callada, yo siempre me defendí duro.
“Aproveché demasiado la Escuela San Jerónimo porque me metí en lo que era las olimpiadas de antorchita. Era el segundo mejor promedio de la escuela y formaron un equipo para ese concurso de conocimientos que organizó el Ministerio de Educación, incluso el programa lo daban en Canal 13. Cuando entré al colegio iba muy bien preparada”, recuerda.
Amor por el fútbol
Fue en la escuela cuando le nace la pasión por el fútbol. Ya en el cole tenía un profe que la motivaba mucho y hasta la llevó al Comité Cantonal de Deportes de San José, en el 2004 para que se probara como futbolista.
Inició en fútbol once, pero un día las del Monseñor Sanabria tuvieron un fogueo contra el equipo de futsala de Desamparados y a pesar de que era lateral, la pusieron de portera.
“En Desamparados me vieron condiciones y me ofrecieron quedarme jugando futsal (en el 2005), acepté y ahí cambió mi vida porque comenzó mi historia con el futsal como portera. Con Desamparados jugué hasta 2011, gané medalla de bronce en los Juegos Deportivos Nacionales Guácimo 2009, debuté en primera división estando en el colegio y jamás bajé mi rendimiento académico”, dice con orgullo la nicaragüense.
Terminó el cole en el 2009 y entró con una beca a la UIA para estudiar administración hotelera en turismo, pero por el fútbol aflojó en una materia y perdió la beca, eso la golpeó demasiado, porque siempre fue alumna de cuadro de honor.
UNA campeona
No bajó los brazos y llevó varios cursos en el Instituto Nacional de Aprendizaje entre 2011 y 2012. En el 2013 se le abrieron las puertas de la carrera de Admnistración de Empresas en la Universidad Nacional (UNA) y entró con gran ilusión.
“Estando en la UNA también trabajé medios tiempos en la feria del agricultor, en eventos especiales los fines de semana, fui cajera en un negocio que vendía pupusas salvadoreñas y también fui salonera.
“Solo un año pude llevar el semestre completo porque he tenido siempre que trabajar. Este 2023 me gradúo de bachiller. Con la UNA llegó otro capítulo lindísimo en mi vida que sigo viviendo con gran pasión”, cuenta Katherine.
Siendo estudiante de la UNA más rápido que ligero terminó integrando el equipo femenino de futsal de la universidad y ahí sí logró demostrar todo su potencial. Ha participado en cinco Juegos Deportivos Universiarios (Juncos), ganando una medalla de bronce, otra de plata y tres de oro.
Con la UNA celebró como portera titular el título de Campeona de Juegos Centroamericanos Universitarios en el 2018, ganando el título a mejor portera, o sea, el guante de oro. Los Juegos fueron en Panamá.
Este 2023 jugó sus últimos Juncos y no podía cerrar de otra forma: campeona, mejor portera y no recibió un solo gol. Nos recuerda que con la UNA ganó tres campeonatos nacionales de primera división.
Trabaja ya formalmente desde el 2016 en una empresa en La Uruca en el área de Administración de Empresas.
“Comencé como cajera y facturadora, tres años después ascendí a coordinadora de las rutas de entrega, después a encargada de punto de venta y ahora soy la administradora de una de las dientas y sigo como portera de la UNA.
“Siempre tengo a Nicaragua muy en el centro de mi corazón. Voy en diciembre, trato de ir en Semana Santa. Allá tengo mi esencia, mi corazón. Está aquel fuego de amor que me hace siempre querer volver a ver mis abuelas y darles amor.
“Lo que más extraño es el calor familiar de las abuelas que hace una comida deliciosa. Exraño el vaho y el fresco de pitahaya. Tomar café con las abuelas (doña Antonia Torres Luna, de 76 años, la abuela paterna y doña Luz Marina Gutiérrez, de 75 años, la materna)”, dice con gran cariño.
Si usted gusta ir a un partido del futsal de la UNA podrá ver a Katherine atajando, ella es una persona feliz, trabajadora, agradecida y amante de la música de su compatriota Carlos Mejía Godoy. “Amo a Costa Rica y amo a Nicaragua, en el corazón me cabe amor para las dos tierras”, asegura.